Ben
Affleck es una de esas personalidades del cine que construyeron su fama tanto
con sus películas como por su vida personal. Como actor, Affleck tuvo dos
etapas en su carrera. Desde su actuación en Good Will Hunting (1997) hasta bien entrada la primera década del
nuevo siglo, sus participaciones en el cine no solo eran opacadas por sus
constantes matrimonios y divorcios, sino porque ninguna de ellas valía la pena.
Luego de esa época de aparente inmadurez, Affleck empezó a buscar papeles que
lo desafiaran más, en ese momento lo vimos en cintas como Hollywoodland (2007), donde interpretaba al actor George Reeves y
que le valió la Copa Volpi en el Festival de Venecia, o The
Company Men (2010).
A pesar
de los premios y menciones, Ben Affleck no es un gran actor, lo cual no
significa que sea uno malo. Pero es evidente que la suya no es una carrera
actoral que haga temblar a un Pacino o a un Nicholson. En el año 2007, Ben Affleck se puso detrás de
las cámaras y dirigió Gone Baby Gone
(2007) y luego The Town (2010), ambas
cintas con matices policiales y familiares. Para sorpresa de propios y
extraños, las dos películas dirigidas por el actor fueron un éxito a nivel de crítica
y en la taquilla.
En The Town, Ben Affleck mostraba un
estilo urbano para dirigir. Con una notoria influencia del cine clásico de
acción, aquel que sabe repartir la emoción entre la acción y el drama. No era
un thriller como los modernos que solo buscan explosiones sin sentido, pero
tampoco era una historia basada solo en diálogos y buenas actuaciones. Era una
mezcla de ambos estilos, la cual funcionaba muy bien.
Ese
estilo es el que Affleck vuelve a usar en Argo
(2012), una película basada en eventos de la vida real que nos relata como
un agente de la CIA tiene que producir una película falsa para poder “extraer”
a seis fugitivos de un ataque a la Embajada Norteamericana en Irán.
En
apariencia se podría decir que estamos ante un thriller político, los primeros
cuadros de la cinta nos hacen pensar eso. Pero la historia se va desenvolviendo
entre las frías oficinas gubernamentales de la CIA; la claustrofóbica vida de
los fugitivos y rehenes y el lujo y banalidad del mundo de Hollywood.
El
director consigue hilar todos estos espacios de manera dinámica, obteniendo una
película emocionante, con momentos de alta tensión. Sin embargo, la narración
no abandona ese espíritu urbano y sombrío mencionado en estas líneas.
Para
crear un ambiente donde el espectador se sienta familiarizado, Affleck apuesta
por movimientos de cámara rápidos, mezclando escenas de movimiento con mucha
gente con escenas cerradas a los rostros de sus actores.
Otro
recurso que se utiliza es el uso de fotografías distintas en la imagen. Las
escenas de los rehenes o fugitivos tienen una calidad de película documental de
finales de los años 70. Mientras que las escenas donde se toman las decisiones
o aquellas en Hollywood son filmadas con una nitidez que las hacen modernas.
Para las
escenas de emoción, Affleck sigue los pasos de Alfred Hitchcock creando
situaciones que cada vez se hacen más complicadas y que tienen al espectador en
el límite de su butaca. Y al mejor estilo de Hitch, no cae en la exageración
sino en la sutileza, lo cual permite que todas esas ocurrencias sean totalmente
creíbles.
El
trabajo actoral es muy bueno aunque no es impresionante en su conjunto. El
mismo Affleck actúa como el agente Tony Méndez, su actuación es despreocupada y
convincente. Pero el show se lo roban Alan Arkin y John Goodman, el primero
interpreta al productor Lester Siegel y el segundo hace del ganador del Oscar John
Chambers.
Este par
de viejos actores son el hilo emocional de la cinta, sus papeles son
carismáticos, paternales, entrañables. Son la dosis necesaria de humor para que
la cinta no caiga en el tedio, lo cual es justamente la esencia de una
actuación secundaria en films como este. Puedo vaticinar nominaciones al Oscar
para ambos el próximo año.
Lo único
reprochable en Argo, es que en
algunos momentos pequeños cae en una innecesaria reflexión sobre lo correcto
moralmente. Es evidente que Affleck busca impregnarle un comentario político a
su cinta; que permita ver que muchos de los problemas diplomáticos de Estados
Unidos podrían resolverse con la cooperación en vez de caer en absurdas
decisiones nacionalistas que buscan preservar la imagen de potencia o los
intereses personales de los gobernantes del momento. Sin embargo, estos
pequeños momentos son aislados y no le restan calidad al resultado final.
Argo es una muy buena película, dirigida con madurez
por un Ben Affleck que debe dedicarse a dirigir para lograr una verdadera
herencia fílmica. La dirección artística es impecable, todos los escenarios y
características de la época están perfectamente recreados. Mientras que la
banda sonora contiene éxitos del rock de la época como Dire Straits y esas
canciones psicodélicas influenciadas por las películas de ciencia ficción de
inicios de los 80.
La crítica
especializada en Estados Unidos ya puso a Argo
como una de las favoritas para el Oscar del próximo año, lo cual es una razón más
para ver esta emocionante, entretenida y muy interesante película que enriquece
nuestra cartelera. Totalmente recomendable.
Oye que tal, disculpa, sabes de casualidad el nombre y modelo de los lentes que utiliza John goodman como John Chambers?, me refiero a los oftalmicos, se me hace un articulo muy especial.
ResponderEliminarGracias espero puedas ayudarme, saludos!
Son los lentes Ray Ban de la época, con la montura negra gruesa.
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