lunes, 2 de septiembre de 2013

Cuatro Propuestas para el Oscar Honorífico 2013


Roger Corman, Lauren Bacall y Gordon Willis, los Oscar Honoríficos del 2008


En el año 2009 la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas tomó la decisión que su Oscar Honorifico dejaría de ser presentado en la ceremonia anual de los Premios de la Academia. En vez, se crearía una ceremonia independiente en fecha distinta en la cual se le rendiría homenaje a los seleccionados para el premio a la trayectoria de una vida. La razón de este cambio fue que la ceremonia del Oscar dura mucho y lo apretado del tiempo impedía un justo homenaje a quienes recibían el premio honorífico y además, obligaba a la Academia a entregar uno o máximo dos de sus premios especiales.

La realización de los Governor’s Awards ha permitido no solo una ceremonia larga y dedicada únicamente a celebrar la vida y el trabajo de los homenajeados, los cuales además ya no son uno o dos sino tres o cuatro. Lo único malo de este cambio, es que este evento no es televisado y los fanáticos del cine no pueden acceder en vivo a la emoción de esos tributos.

La noche de los premios honoríficos se ha convertido en el primer gran suceso de la temporada de premios y se realiza generalmente a fines de noviembre o inicios de diciembre. Mientras que el anuncio con los galardonados se hace en las primeras semanas de setiembre. Dado que la fecha se acerca, en este blog nos permitimos mencionar a cuatro figuras que deberían ser incluidas entre la lista de laureados de este 2013. Los criterios para su consideración han sido la edad, la trayectoria, la influencia de su trabajo y también plantear un contraste frente a los premiados en años recientes.

La Academia tiene tres premios especiales, el primero es el Oscar Honorífico que quizás sea el más conocido. Este galardón rinde homenaje a una persona por su cuerpo de trabajo y sus aportes a la industria y el arte del cine, puede ser entregado a cualquiera que haya tenido notable influencia en algún aspecto del séptimo arte, sea como actor, director, escritor, técnico, etc.

El segundo Premio Especial de la Academia es el Jean Hersholt Humanitarian Award, que también tiene forma de Oscar pero que no premia la trayectoria artística de la persona sino que se le entrega a alguien de la industria del cine que ha tenido una notable contribución en algún aspecto humanitario o de proyección social. El año pasado este premio fue entregado al ejecutivo Jeffrey Katzemberg, uno de los directores de DreamWorks.

El tercer Premio Especial de la Academia es el Irving G. Thalberg Memorial Award, que se entrega en recuerdo del legendario productor de la MGM  de ese nombre, conocido como “el chico maravilla”. Este galardón no tiene forma de Oscar sino es un pequeño busto del propio Thalberg. El premio es entregado únicamente a productores, cuyo trabajo haya sido importante en el rubro de la producción de películas.

El Oscar Honorífico se entrega todos los años, el premio Jean Hersholt y el Irving Thalberg se entregan ocasionalmente. Dado que el año pasado se presentó el primero y no el segundo, todo hace suponer que este año será la contrario; por eso es que en esta entrada se propone únicamente a alguien para recibir el Irving G. Thalberg Memorial Award.

Otro elemento tomado en cuenta es que en los últimos 20 años solo dos mujeres han recibido un Oscar Honorífico, Deborah Kerr en 1993 y Lauren Bacall en el 2008. Y dado que hay varias mujeres del cine que deberían recibir su Oscar, en esta nota proponemos a tres que desde hace mucho tiempo merecen este honor. Sería un gran gesto por parte de la Academia que por primera vez sus tres homenajeadas sean mujeres.

Sin más rodeos, nuestros nominados son:

Robert Evans para el Irving G. Thalberg Memorial Award

Robert Evans en su oficina de los estudios Paramount 

En una época en la que el cine de los años setenta vuelve a ser tan tomado en cuenta, es importante rescatar no solo el trabajo de los directores y actores de esas grandes cintas. Hay que reconocer el trabajo de los ejecutivos de los grandes estudios que estuvieron dispuestos a arriesgar por estos jóvenes talentos. El premio Thalberg premia a productores que apostaron por la calidad en el cine. Ningún productor ha estado más cerca del ejemplo de Irving Thalberg que Robert Evans. A mediados de la década del 60, Evans se inició en el cine como actor sin mayor éxito, por lo que decidió dedicarse a la producción de películas. Para finales de esa década ya era ejecutivo de la Paramount, y fue Jefe de Producción de dicho estudio hasta 1975. Evans personificaba al ejecutivo de la nueva ola en Hollywood, aquel que apostaba por las películas que los viejos productores no querían. Evans prácticamente rescató a la Paramount de la quiebra con el éxito de Love Story (1970) protagonizada por su entonces esposa Ally McGraw. Evans fue la figura que promovió cintas imprescindibles como Rosemary’s Baby (1967) y Chinatown (1974) por la cual estuvo nominado al Oscar como productor. Tanto The Godfather (1972) y The Godfather Part II (1974) fueron producidas por Evans, aunque este le dio todo el crédito a Francis Ford Coppola. Luego sería el productor de las interesantes Marathon Man (1976), Black Sunday (1977) y The Cotton Club (1984). Si bien es cierto la figura de Evans muchas veces ha sido opacada por su controversial vida privada, no hay duda que el productor fue una ficha fundamental en el apogeo de esa última gran edad dorada de Hollywood. Robert Evans ahora con 83 años de edad y alejado del cine, se convierte en una figura a seguir para los jóvenes productores de todo el mundo. Un hombre que supo arriesgar por nuevos rostros como Jack Nicholson o Dustin Hoffman, que ha sido protagonista de su propio documental tributo y que como el mismo Thalberg, supo conquistar una industria con una escasa edad y un estilo propio.  

Robert Evans junto al equipo creativo de The Godfather, el escritor Mario Puzo, 
el director Francis Ford Coppola y el productor Albert S. Ruddy

Para el Oscar Honorífico, las nominadas son:

Agnes Varda

Agnes Varda en una fotografía de finales del 50

Ahora que se habla tanto del género documental, nadie puede hablar de documentales sin hablar de la gran Agnes Varda. Esta belga nacida en 1928, es probablemente la única mujer que tuvo una voz importante en la llamada nueva ola francesa de fines del cincuenta y la década del sesenta. Pero a diferencia de muchos directores de ese movimiento, Varda se ha mantenido fiel a un estilo libre, caracterizado por interpretar una voz de autor, con imágenes perfectamente cuidadas y que se enmarcan en relatos que mezclan la realidad con la ficción. Agnes Varda es una de esas directoras sin las cuales el cine dejaría de ser una forma de arte, su trabajo es influencia para cineastas de todo el mundo que encuentran en ella una fuente de inspiración. A pesar de sus 85 años, Varda sigue haciendo películas y se mantiene activa en el círculo cinéfilo ya sea como escritora o como miembro de algún jurado en algún festival importante, siempre manteniendo esa independencia que la hace única en la galaxia del cine. Algunas de sus cintas son esenciales para todo fanático del cine, sobretodo La Pointe-Courte (1956) que fue editada por Alain Resnais, su obra más conocida Cleo de 5 a 7 (1961), La Bonheur (1965), Black Panthers (1968), Ulysse (1982), Les Glaneurs et la Glaneuse (2000), entre muchas otras. Increíblemente, Agnes Varda nunca ha sido nominada a un Oscar, lo cual es una terrible injusticia. Hace tres años la Academia le dio un merecido Oscar Honorífico a Jean Luc Godard, quien a pesar de ser uno de los nombres esenciales del cine tampoco había recibido nominación alguna. Siguiendo esta tendencia, es hora que la Academia le rinda tributo a una mujer cuyo nombre está entre lo más importante del cine de todos los tiempos.

Agnes Varda en una fotografía reciente

Maureen O’Hara

Retrato de Maureen O’Hara en los años 50

Cuando se habla del Hollywood clásico, se habla de grandes películas, de buenos directores pero sobretodo de estrellas de cine en el sentido más puro del término. Una de esas estrellas que aún viven es Maureen O’Hara. Esta bella pelirroja protagonizó westerns, cintas de acción, comedias románticas, películas familiares e incluso dramas de época. Con su alta figura y su porte de mujer fuerte, era el contrapeso perfecto para actores como John Wayne. Maureen O’Hara era nada menos que la actriz favorita de John Ford, considerado por muchos como el mejor director de todos los tiempos. Fue Ford quien convirtió a O’Hara en un rostro imprescindible del cine, teniéndola como protagonista de algunos de sus mejores trabajos como la Ganadora del Oscar How Green was my Valley (1941), Rio Grande (1950) y la excelente The Quiet Man (1952). Cualquier persona se llevaría un Oscar sólo por estas cintas. Pero O’ Hara también trabajó para genios como Alfred Hitchcock en Jamaica Inn (1939) y fue la Esmeralda de Charles Laughton en la maravillosa The Hunchback of Notre Dame (1939). Junto a Tyrone Power protagonizó las taquilleras Sinbad, the Sailor (1947), Bagdag (1949) y The Black Swan (1942). También hizo comedia en Sitting Pretty (1948) con Clifton Webb, The Parent Trap (1961) con Hayley Mills donde madre e hija entran en el cuerpo de la otra. Fue la esposa de Henry Fonda en Mr. Hobbs Takes a Vacation (1963) y fue la actriz principal del clásico navideño Miracle on the 34th Street (1947). A pesar de una vasta filmografía y de ser una de las actrices más versátiles de su época, Maureen O’Hara nunca recibió una nominación al Oscar. Al parecer la industria ya estaba acostumbrada a su increíble talento y su imborrable presencia en la gran pantalla. La actriz se retiró del cine en la década del 70 para dedicarse a su familia, volvió en la comedia Only the Lonely (1991) con John Candy pero volvió al retiro luego de esta cinta. A sus 93 años, es hora que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas le dé un justo premio a uno de los últimos rostros de la era dorada de Hollywood. Es un Oscar que tiene varias décadas de retraso y que permitiría que el nombre de esta legendaria actriz vuelva a los oídos de los cinéfilos más jóvenes.

John Wayne y Maureen O’Hara en la escena final de The Quiet Man

Doris Day

Doris Day en un retrato de los años 50

Si el sentido del Oscar es premiar a lo más distinguido de la industria del cine, entonces es casi una vergüenza que Doris Day no tenga un Premio de la Academia. Una de las carreras más exitosas del cine, una de las figuras más importantes de la década del 50 y 60, Doris Day pertenece a ese pequeño universo de superestrellas. Con uno de los rostros más bellos que haya visto la pantalla grande, la rubia Doris fue la actriz de comedias románticas por excelencia de los finales del sistema de estudios en Hollywood. Después de una prolífica carrera musical como cantante, Doris Day hizo sus primeras películas en los años finales de la década del 40, cintas con una trama sencilla que buscaban destacar su figura y voz. En 1950 tuvo su primer papel maduro en el drama Young Man with a Horn (1950) con Kirk Douglas, a partir de ese momento su desempeño como actriz fue evolucionando hasta convertirse en una gran intérprete.  Entre sus film más importantes tenemos el exitoso musical Calamity Jane (1953), Young at Heart (1954) con Frank Sinatra, el notable drama romántico Love or Leave Me (1955) donde hace de la corista amante/esposa de James Cagney, el remake The Man Who Knew Too Much (1956) junto a James Stewart y bajo la dirección de Alfred Hitchcock, el biopic Julie (1957) junto a Louis Jourdan y la comedia Teacher’s Pet (1958) haciendo de la pareja de nada menos que Clark Gable. En 1959 la figura virginal de Doris Day fue explotada en la comedia romántica Pillow Talk (1959), el film fue un éxito en la taquilla y la actriz fue nominada al Oscar como Mejor Actriz. En esta película, Doris Day iniciaría un dúo con Rock Hudson que se repetiría en varias cintas durante los siguientes años, repitiendo la formula exitosa de Pillow Talk. Mientras Marilyn Monroe era el símbolo sexual de la época, Doris Day era la mujer que todo padre quería para su hijo, era la vecina del costado, la mujer ideal. La carrera fílmica de Day era acompañada por una exitosa carrera discográfica, las canciones de sus películas cantadas por ella eran  generalmente número uno en los rankings. La carrera de Day se fue apagando a finales de la década del 60 cuando el mundo y Hollywood cambiaban, la presencia dulce de Doris parecía arcaica para tiempos revoltosos. La actriz hizo el salto a la televisión donde tuvo un éxito moderado. En 1973, la que alguna vez fue la mujer más popular del cine decidió retirarse para dedicarse a su vida familiar. La intempestiva muerte de uno de sus hijos la marcó definitivamente y decidió vivir lejos de las luces. Doris Day construyó un albergue para animales cerca de su rancho, el cual mantiene hasta estos días, convirtiéndose en pionera en la lucha por los derechos de los animales. Desde su retiro, la gran Doris Day ha aparecido en contadas ocasiones en los medios, una de ellas fue para respaldar a su querido amigo Rock Hudson cuando este anunció que padecía de sida. En 1992, Doris Day fue al show de los Globos de Oro a recibir el premio Cecil B. De Mille. Desde esa fecha, la leyenda del cine no ha vuelto a aparecer en evento grande. Desde hace varios años su nombre suena entre los posibles ganadores de un Oscar Honorífico, lo cierto es que se trata de un nombre importante en la historia del cine y dada la importancia del Premio de la Academia, es hora que esta gran mujer se despida de su público por la puerta grande. 

Rock Hudson y Doris Day en una escena de Pillow Talk

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