Hay películas
que se caracterizan por su ambición, la mayoría de ellas fracasan en el intento
de lograr todo lo que buscan poner en la pantalla. Pero también están aquellas
pocas que logran su cometido y se convierten en hitos inmediatamente. The Tree
of Life de Terrence Malick pertenece a este segundo grupo de películas ambiciosas.
Los
primeros minutos de la cinta son un recorrido de imágenes que buscan mostrar la
majestuosidad de la creación, entendida esta como una creación divina. Pareciera
que estamos ante el relato del Génesis bíblico a través de los ojos de la
naturaleza, creando formas a partir de la oscuridad y proyectando a través de fenómenos
naturales lo que fue el inicio de la existencia del mundo.
Pero no
es un documental televisivo, Malick asocia esta idea de la creación con la
propia vida humana. La creación del mundo en paralelo a la creación de la
persona. Pero la historia humana no busca ser majestuosa sino por el contrario
bastante doméstica. La atención se concentra en una familia de clase media
norteamericana, el esposo interpretado por Brad Pitt es un hombre que busca el éxito
y que representa todo el estereotipo del paternalismo más estricto.
Por otro
lado, está la madre y esposa interpretada por Jessica Chastain. Ella parece ser
una figura de fortaleza sobrehumana, casi llena de gracia. Su presencia son
chispazos de belleza, tiene los mejores momentos de la cinta, aquellos cargados
con mayor humanidad. Y también están los tres hijos, donde pareciera que
estamos ante la historia de Caín y Abel, donde el hermano mayor se ve consumido
por la naturaleza humana y pecadora que lo aleja de todo aquello que representa
la madre y la idea de Dios que le ha sido enseñada.
La película
de Malick no es una cinta común, el relato no es lineal, alterna las imágenes de
las escenas cotidianas con aquellas de paisajes y escenarios naturales que simbolizan aquellos sentimientos que se quieren
presentar. Los diálogos son cortos y se ven acompañados de un relato en voz en
off que mezcla citas bíblicas con pensamientos aislados.
Lo notable
de la película es esa ambición de mostrar en imágenes lo compleja que es la relación
entre el hombre común y Dios. En como los seres humanos buscamos la divinidad
pero no podemos comprenderla. El personaje de Sean Penn, que es el niño ya
adulto, parece estar atrapado toda su vida en esa búsqueda. En el nacimiento de
su hermano, lo vemos tratando de llamar la atención de la madre. Como niño lo
vemos formando un carácter indomable como respuesta a la represión del padre. Ante
la muerte del hermano, pidiendo respuestas a Dios sobre su propia vida.
Cuando
empezamos a verlo, lo vemos encerrado entre grandes edificios de cristales que
absorben la luz pero donde pareciera que no hubiera aire. Lo vemos rodeado de
gente a su alrededor pero aislado en su propio luto. Sentimos como sus
recuerdos de infancia lo persiguen como los perros que perseguía siendo niño.
Es cierto
que al final, quedan muchos cabos sueltos pero que no son necesarios para
completar la película. Malick usa todas las imágenes que puede para sugerir,
para insinuar, para mostrar lo que quiere presentar. Pocas películas recientes
se sustentan tanto en el poder de la imagen, en el lenguaje cinematográfico esencial.
Los colores son maravillosos, cualquiera de las escenas podría ser un cuadro o
una fotografía de galería. En las escenas que muestran a la familia y las
historias humanas, Malick usa el mismo estilo que ya utilizó en películas como Badlands o Bound for Glory, es decir representar la intimidad de lo común o
adentrarse en el estilo de vida americano tan superficial.
Pero Malick
también es un director que sabe presentar historias colosales, como la llegada
a América en The New World o la
guerra en la brillante The Thin Red Line.
En Tree of Life, Malick usa ambos estilos y de manera exitosa.
La fotografía
juega un papel importantísimo en la cinta, sobre todo en las escenas
familiares. Los cuadros muestran tanto los momentos de encierro emocional como
aquellos de libertad e inocencia. Las actuaciones están notables, sobretodo
Brad Pitt que se presenta como el ícono norteamericano, un Gary Cooper o un
Spencer Tracy. Jessica Chastain también está más que bien en su actuación como
la madre, me recordaba a una Liv Ullman o una Bibi Anderson en una de las
cintas de Ingmar Bergman, cuya influencia además se siente en toda la película.
La escena
final desde mi punto de vista era necesaria. Busca la liberación, el abrazo de
la resignación y lógicamente es la aceptación de una voluntad superior a la
humana. Tree of Life es una película
filosófica, por lo que estoy seguro cada persona que la vea tendrá su propia interpretación.
Es una cinta sobre la gracia, sobre el pecado, sobre la religión, sobre el espíritu.
Pero no se trata de un relato histórico sino más bien de un viaje a aquellos
sentimientos y pensamientos que se tienen cuando ha existido un encuentro con
Dios. Hay que ver esta hermosa película que ganó la Palma de Oro el año pasado
en el Festival de Cannes y estuvo nominada al Oscar a Mejor Película,
ciertamente de lo mejor que he visto en mucho tiempo.
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