viernes, 28 de diciembre de 2012

Una Aventura Extraordinaria




Las mejores películas son aquellas que logran que el espectador experimente sensaciones que solo el arte puede lograr. Es por eso que el cine que trasciende en el tiempo es aquel que logra estimular, a través de las imágenes en movimiento, los pensamientos y los sentimientos.

Una Aventura Extraordinaria o en su título original Life of Pi (2012), que traducido significa La Vida de Pi, es una de esas películas que no se olvidan fácilmente; no solo por el trasfondo increíble de su historia sino por el espectáculo visual que se ha experimentado.

Pi es un joven indio cuya familia trabaja en un zoológico. Los problemas económicos hacen que Pi deba viajar al occidente para buscar un mejor porvenir, sin embargo la desventura hace que el barco naufrague, siendo Pi uno de los pocos sobrevivientes junto a otros animales entre ellos un tigre. Desde ese momento la cinta narra una historia de supervivencia tan alucinante como alucinada, llena de momentos emocionantes e inspiradores.

Life of Pi está dirigida por Ang Lee, que puede ser uno de los pocos directores actuales a quien sí se le puede considerar un genio. Lee es un maestro en contar historias humanas, muchos de los dramas que ha dirigido son películas casi perfectas y que van desde los dramas familiares como The Ice Storm (1997) a la historia de amor más controversial de la última década como lo fue Brokeback Mountain (2005), pasando por adaptaciones literarias como Sense and Sensibility (1996) y la genial y poco recordada Lust, Caution (2007) que quizás sea una de las mejores obras de la historia del cine romántico-erótico. Pero el Taiwanés Lee es también un maestro de la imagen, en el año 2000 revolucionó el cine de acción y de artes marciales con la impresionante Crouching Tiger, Hidden Dragon (2000), que en el Perú se vio como El Tigre y el Dragon, sin lugar a duda una obra maestra.

En Life of Pi, el director Lee mezcla la narración dramática con el espectáculo visual. Para eso crea imágenes digitalizadas de manera impresionante, acompañadas de una música con influencias hindúes y la actuación de actores poco conocidos. Si el año pasado The Tree of Life (2011) de Terrence Malick fue la experiencia religiosa en el cine, este año ese sitio lo ocupa esta película. Desde un inicio sabemos que estamos ante un relato espiritual, que provoca crear dudas sobre la fe y que opone al hombre frente a una naturaleza que le es esquiva y a la vez cotidiana.

Ambas películas tienen en común que al final logran con su objetivo, es decir que han dejado una huella en el espectador que no es fácil de olvidar. Como dice una crítica gringa, no es una película para ver sino una película para vivir.

Estoy seguro que Life of Pi arrasará en las categorías técnicas de los Oscar que se vienen, además de una segura nominación a Mejor Película. Una recomendación es que hay que ver la cinta en 3D, para poder apreciar en toda su magnitud la calidad de las imágenes. Una Aventura Extraordinaria es de las primeras películas que tenemos en cartelera que veremos en la próxima temporada de premios así que hay que disfrutarla. Totalmente recomendable.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Moonrise Kingdom



Hay directores de cine que han hecho de su estilo de hacer películas, una especie de sello personal que se repite en cada una de sus cintas y que, a pesar de ser repetitivo en algunos aspectos, no deja de ser interesante. Es el caso por ejemplo de las cintas oscuras y góticas de Tim Burton, David Cronenberg nos tiene acostumbrados a sus escenas viscerales con un drama casi grotesco. El genio de Quentin Tarantino radica en el cine pop al que nos tiene acostumbrados, usando influencias personales de la televisión y del cine, etc.

Dentro de este grupo de grandes directores que han hecho de sus obras una constante de estilo está Wes Anderson. A pesar que su filmografía no tiene más de diez títulos; este joven director nos ha presentado desde su ópera prima, Bottle Rocket (1998), historias con personajes excéntricos, con una trama dramática pero que es en el fondo una comedia satírica con fuertes componentes críticos a la sociedad actual.

Anderson se especializa en contar historias irónicas, donde los personajes encierran mundos interiores que son indescifrables. Donde la aparente belleza que muestran los espacios se ve resquebrajada con la frialdad y crueldad que tienen los seres humanos que los ocupan.

En Moonrise Kingdom (2012), Wes Anderson nos presenta una familia tan excéntrica como los Tenenbaums en la genial The Royal Tenenbaums (2001) o los Zissou en la menos brillante The Life Aquatic with Steve Zissou (2004). Pero en esta oportunidad, a esta familia de inconformes los acompañan sujetos igual de caricaturescos, como si todo el pueblo de Rushmore (1998) se hubiera mudado a esta pequeña isla donde se da la historia.

Sam y Suzy son dos niños que están enamorados y que deciden iniciar una vida juntos. Para ello, Sam escapa de un singular y estereotipado campamento de scouts y Suzy debe salir de la familia donde no encuentra más que inconformidad. La historia se va a desarrollar alrededor de este par de niños que muestran una madurez impresionante, sin dejar de lado una inocencia conmovedora.

El director no busca decorar el hecho que sean figuras infantiles, por el contrario explota la inocencia sin llegar al ridículo pero los presenta como unos adultos frente a unos verdaderos adultos que actúan como niños.

Los personajes adultos son los padres de Suzy, interpretados por Bill Murray y Frances McDormand; el líder de los scouts interpretado por Edward Norton, el capitán de la policía interpretado por Bruce Willis, la mujer sin nombre de Servicios Sociales interpretada por Tilda Swinton, y otros personajes más que incluyen al narrador de la historia que aparece como un duende de rato en rato.

Todos estos “adultos” son figuras dolidas, que esconden detrás de una escalofriante pasividad un dolor que los mantiene en la miseria. Mientras se desenvuelven en la pantalla, es inevitable no sentir pena por ellos, sus vidas sin ridículas sin embargo existe una empatía evidente con el espectador.

El estilo de narración de Anderson, incluye planos largos que muestran escenarios completos como la casa de los Bishop, los grandes bosques, el campamento scout y otros. Acompañados de canciones folk que cuentan historias con sus propias letras. El color de la imagen hace alusión a esos tonos pasteles muy de moda en la década del 60 donde se realiza la historia. Para no desvincularse del aire infantil, se recurre a imágenes de cuentos, al uso de mapas para mostrar recorridos y lógicamente a la actuación de varios niños en casi toda la cinta.

El resultado final es delicioso. Anderson nos da una historia de amor como muy pocas veces se ha visto en el cine. Sin un sentimentalismo absurdo sino más bien con elementos de madurez que la hacen atractiva y hasta por momentos repulsiva. No se trata de una película convencional, ninguna obra de Wes Anderson lo es, por lo que algunos espectadores no van a encontrarle sentido a la trama o a la narración en un primer momento.

Pero es una película que hay que ver completa para sacar conclusiones, no hay forma de no enternecerse con estos seres que vemos en pantalla. Todos ellos esconden una simpatía que hay que descubrir y con la que todos se pueden identificar. Moonrise Kingdom es otro de los títulos que tenemos en cartelera que al parecer  será un contendor en los Oscar, por lo que no se la pueden perder. Totalmente recomendable. 

viernes, 26 de octubre de 2012

Argo


Ben Affleck es una de esas personalidades del cine que construyeron su fama tanto con sus películas como por su vida personal. Como actor, Affleck tuvo dos etapas en su carrera. Desde su actuación en Good Will Hunting (1997) hasta bien entrada la primera década del nuevo siglo, sus participaciones en el cine no solo eran opacadas por sus constantes matrimonios y divorcios, sino porque ninguna de ellas valía la pena. Luego de esa época de aparente inmadurez, Affleck empezó a buscar papeles que lo desafiaran más, en ese momento lo vimos en cintas como Hollywoodland (2007), donde interpretaba al actor George Reeves y que le valió la Copa Volpi en el Festival de Venecia,  o The Company Men (2010).

A pesar de los premios y menciones, Ben Affleck no es un gran actor, lo cual no significa que sea uno malo. Pero es evidente que la suya no es una carrera actoral que haga temblar a un Pacino o a un Nicholson.  En el año 2007, Ben Affleck se puso detrás de las cámaras y dirigió Gone Baby Gone (2007) y luego The Town (2010), ambas cintas con matices policiales y familiares. Para sorpresa de propios y extraños, las dos películas dirigidas por el actor fueron un éxito a nivel de crítica y en la taquilla.

En The Town, Ben Affleck mostraba un estilo urbano para dirigir. Con una notoria influencia del cine clásico de acción, aquel que sabe repartir la emoción entre la acción y el drama. No era un thriller como los modernos que solo buscan explosiones sin sentido, pero tampoco era una historia basada solo en diálogos y buenas actuaciones. Era una mezcla de ambos estilos, la cual funcionaba muy bien.

Ese estilo es el que Affleck vuelve a usar en Argo (2012), una película basada en eventos de la vida real que nos relata como un agente de la CIA tiene que producir una película falsa para poder “extraer” a seis fugitivos de un ataque a la Embajada Norteamericana en Irán.

En apariencia se podría decir que estamos ante un thriller político, los primeros cuadros de la cinta nos hacen pensar eso. Pero la historia se va desenvolviendo entre las frías oficinas gubernamentales de la CIA; la claustrofóbica vida de los fugitivos y rehenes y el lujo y banalidad del mundo de Hollywood.

El director consigue hilar todos estos espacios de manera dinámica, obteniendo una película emocionante, con momentos de alta tensión. Sin embargo, la narración no abandona ese espíritu urbano y sombrío mencionado en estas líneas.

Para crear un ambiente donde el espectador se sienta familiarizado, Affleck apuesta por movimientos de cámara rápidos, mezclando escenas de movimiento con mucha gente con escenas cerradas a los rostros de sus actores.

Otro recurso que se utiliza es el uso de fotografías distintas en la imagen. Las escenas de los rehenes o fugitivos tienen una calidad de película documental de finales de los años 70. Mientras que las escenas donde se toman las decisiones o aquellas en Hollywood son filmadas con una nitidez que las hacen modernas.

Para las escenas de emoción, Affleck sigue los pasos de Alfred Hitchcock creando situaciones que cada vez se hacen más complicadas y que tienen al espectador en el límite de su butaca. Y al mejor estilo de Hitch, no cae en la exageración sino en la sutileza, lo cual permite que todas esas ocurrencias sean totalmente creíbles.

El trabajo actoral es muy bueno aunque no es impresionante en su conjunto. El mismo Affleck actúa como el agente Tony Méndez, su actuación es despreocupada y convincente. Pero el show se lo roban Alan Arkin y John Goodman, el primero interpreta al productor Lester Siegel y el segundo hace del ganador del Oscar John Chambers.

Este par de viejos actores son el hilo emocional de la cinta, sus papeles son carismáticos, paternales, entrañables. Son la dosis necesaria de humor para que la cinta no caiga en el tedio, lo cual es justamente la esencia de una actuación secundaria en films como este. Puedo vaticinar nominaciones al Oscar para ambos el próximo año.

Lo único reprochable en Argo, es que en algunos momentos pequeños cae en una innecesaria reflexión sobre lo correcto moralmente. Es evidente que Affleck busca impregnarle un comentario político a su cinta; que permita ver que muchos de los problemas diplomáticos de Estados Unidos podrían resolverse con la cooperación en vez de caer en absurdas decisiones nacionalistas que buscan preservar la imagen de potencia o los intereses personales de los gobernantes del momento. Sin embargo, estos pequeños momentos son aislados y no le restan calidad al resultado final.

Argo es una muy buena película, dirigida con madurez por un Ben Affleck que debe dedicarse a dirigir para lograr una verdadera herencia fílmica. La dirección artística es impecable, todos los escenarios y características de la época están perfectamente recreados. Mientras que la banda sonora contiene éxitos del rock de la época como Dire Straits y esas canciones psicodélicas influenciadas por las películas de ciencia ficción de inicios de los 80.

La crítica especializada en Estados Unidos ya puso a Argo como una de las favoritas para el Oscar del próximo año, lo cual es una razón más para ver esta emocionante, entretenida y muy interesante película que enriquece nuestra cartelera. Totalmente recomendable.





miércoles, 19 de septiembre de 2012

Toda una Vida




Se encuentra en cartelera la cinta inglesa Toda una Vida o en su título original Another Year (2011). La película está dirigida por el reconocido Mike Leigh, que como es de esperar le añade a este trabajo todos los elementos que son reconocidos en su obra.

Toda una Vida nos relata la manera como un matrimonio feliz, cercano a la tercera edad, Tom y Gerry interpretados por Jim Broadbent y Ruth Sheen, viven su vida entre cosechas en el jardín y sus relaciones con amigos cercanos. Durante la historia vamos conociendo a estas personas, cuyas  vidas están marcadas por una soledad que se cubre cuando se encuentran con esta pareja de esposos.

En primer lugar está el propio hijo del matrimonio, un hombre de 30 años que aún se encuentra soltero y que siente la sutil presión de su entorno para encontrar pareja. Por otro lado, está el amigo de toda la vida de Tom, Ken interpretado por Peter Wight, un obeso divorciado que no puede jubilarse y que vive de la nostalgia de su juventud en bares y pubs.

Pero la persona que más comparte con el matrimonio de Tom y Gerri es Mary, actuada por Lesley Manville. Mary es compañera de trabajo de Gerri, es una secretaria entrada en sus años, que se viste como joven y que sigue en busca de ese amor que le ha sido esquivo.

Mary es una mujer atractiva pero que no puede disimular su edad, entretenida hasta que el alcohol la hace perder los papeles y que a pesar de su patetismo muestra una sensibilidad extraordinaria.  Durante el filme la vemos comprar un auto que no puede manejar, coquetear sin éxito con el hijo de Tom y Gerri y en una búsqueda constante de compañía.

La película de Mike Leigh es una vez más un estudio minucioso y hasta subversivo de la clase media londinense. Así como lo hizo con cintas como Secrets and Lies (1996) y Happy Go-Lucky (2008), en Toda una Vida, el director nos muestra retratos de personas corrientes, cuyas vidas transcurre en lo cotidiano y en lo sencillo. En este caso, este grupo de gente mayor reconoce que su vida está acercándose a su última etapa y que la muerte es una realidad cada vez más cercana.

En Toda una Vida no tenemos un drama común, sino más bien una comedia agridulce, con momentos de ternura y momentos que provocan la reflexión. Leigh apuesta por diálogos largos, que incluyen tanto palabras sencillas como evocaciones a experiencias pasadas. La película está filmada casi íntegramente en la casa de Tom y Gerri, la cual es el refugio para sus solitarios amigos. Mientras que Tom y Gerri prefieren refugiarse en un huerto donde son ellos mismos quienes se confrontan.

El guion de la película está perfectamente estructurado, generando situaciones en las que muchos se pueden sentir identificados. En esta ocasión, además se recurre a usar el relato dentro de las cuatro estaciones del año. Pero en ningún caso se cae en estereotipos, por ejemplo la historia de amor no se presenta en primavera o en verano sino en el otoño.

Una vez más, Mike Leigh, consigue un trabajo hermoso de sus actores, con actuaciones que no son exageradas pero que son totalmente convincentes. Está notable Lesley Manville como Mary, en un papel lleno de vida y de carisma; pero el verdadero hilo conductor de la historia es Ruth Sheen como Gerri, una especie de madre tierra que une, acoge y abraza a todos los personajes.

Notable película que nos desnuda a la clase media londinense y que presenta un poco comprometido y honesto estudio de la madurez en la vida de las personas. Es un filme que habla sobre relaciones y lazos entre personas que se quieren, pero lo hace con una simpleza que hace que la historia sea sumamente creíble para el espectador.   Totalmente recomendable. 

miércoles, 22 de agosto de 2012

El Secreto de Albert Nobbs







































En la Irlanda del siglo 19, una mujer decide vestirse y actuar como hombre para poder trabajar. Desde el inicio de la película sabemos que Glenn Close es esa mujer y que Albert Nobbs es el personaje que ha creado. Nobbs es mayordomo en un hotel que tiene apariencia de residencia pero también de casa de citas. La dueña del hotel es una mujer que recibe a sus huéspedes como si fueran sus invitados, ofrece fiestas para ellos, trata de crear un espacio de escape a los problemas que se viven afuera.

Dentro de ese ambiente donde abunda la frivolidad aparece la figura de Nobbs, como el mayordomo responsable, discreto, aquel que despierta la confianza de todo el mundo por su sobriedad y seriedad. El rostro pálido de Nobbs lo muestra casi como un ser muerto que está acostumbrado al sacrificio de tener que encubrir su identidad.

Pero esa apariencia tétrica cambia cuando conoce a Hubert Page, un fornido pintor con quien es obligado a compartir una noche en su habitación. En ese momento, el secreto sobre la identidad de Nobbs se ve descubierto y la seriedad masculina de su presencia se convierte en una vulnerabilidad femenina.

Nobbs descubre que Page es también una mujer y que al igual que él, ha creado toda una identidad para poder sobrevivir a los prejuicios de la época. En este momento, Nobbs empieza a idealizar la vida de Hubert, que además está casado con una mujer y tiene una vida de felicidad. Así, Nobbs fantasea con la posibilidad de escapar de esa soledad a la que se sentía obligado y para ello empieza a enamorar a una muchacha que trabaja en el hotel, Helen interpretada por Mia Wasikowska.

La trama se complica cuando Helen se enamora de otro muchacho y una serie de tragedias ocurren alrededor de los personajes. El guion presenta elementos interesantes que pueden hacer que la película sea vista como una cinta de ideales feministas y personajes que rompen con el orden de una época. Sin embargo, la dirección de Rodrigo García no termina de definir ninguno de estos elementos. Por el contrario, cae en el relato simple de hechos, sin generar mayor emoción o algún tipo de empatía con los personajes.

Esta película pudo haber sido fácilmente una novela televisiva o una miniserie dado que carece de los recursos que el cine ofrece para poder construir un relato atractivo. A pesar que el trabajo de la dirección de arte y el maquillaje son impecables, el resultado final es un film mediocre que no termina de dibujar los elementos de la trama. Es decir, se presentan situaciones que no llegan a unirse y terminan siendo pedazos al aire que hacen que el espectador pierda interés.

Lo más rescatable de la cinta es el trabajo actoral de Glenn Close en el papel principal, pero sobretodo el de Janet MacTeer como Hubert Page. La veterana Close hace el esfuerzo de convertirse en un hombre, como si fuera la misma mujer que trata de ser el mayordomo que vemos. Como siempre, su actuación es disciplinada y reafirma su calidad de actriz. Pero el protagonismo de Close se pierde cada vez que vemos a MacTeer en pantalla, su presencia imponente, su uso de gestos y hasta la manera de hablar hacen que no veamos a una mujer jugando roles sino a una persona que ha creado una identidad propia. Ambas estuvieron nominadas al Oscar, pero creo que MacTeer es la única que realmente se lo merecía. 

miércoles, 15 de agosto de 2012

Batman: El Caballero de la Noche Asciende




Batman – El Caballero de la Noche Asciende es la última entrega de la trilogía que Christopher Nolan le ha dedicado al comic creado por Bob Kane hace más de 50 años. El éxito logrado con Batman Begins (2005) y Batman – The Dark Night (2008), hicieron que la expectativa puesta sobre esta nueva cinta sea bastante alta.

Como ocurre con los grandes directores, Nolan ha sabido darle un estilo particular y propio a la historia del millonario Bruce Wayne. Y así como Tim Burton convirtió a la historia de Batman, en un mundo lleno de figuras caricaturescas y con una fuerte influencia surrealista; Nolan ha creado más bien mundos bastante reales, con dramas cargados de un trasfondo filosófico y que juegan con crisis de identidad y problemas mentales notorios.

Para Nolan, Batman no es un superhéroe y mucho menos es un superhombre, por el contrario se trata de una persona que lucha con la delincuencia para poder luchar contra sus propios demonios. Es además un individuo que busca exponer su cuerpo a los mismos traumas a los que está expuesto su espíritu. A diferencia de las dos primeras cintas de la trilogía, en The Dark Night Rises, Nolan se concentra en la figura de Bruce Wayne. La primera vez que lo vemos en pantalla, simplemente vemos una sombra desfigurada que observa un banquete en su mansión. Es un hombre sin rostro, que ha perdido su identidad y que ha decidido aislarse del mundo.

A partir de ese momento, la película relata el ascenso del deprimido y abandonado Wayne para convertirse de nuevo en Batman, el Caballero de la Noche. Pero su ascenso no se puede dar en la ciudad Gótica del momento, una ciudad que vive en una fantasía pacifista y donde la delincuencia ha sido vencida por la opulencia de los poderosos y donde la tranquilidad vive casada con la aparente estabilidad económica y social. En esa burbuja de ilusiones, Batman no puede existir; por lo que es necesario crearle un némesis lo suficientemente amenazador en el cual Wayne pueda ver sustentado su apetito por justicia.

En la primera cinta de la trilogía ese papel lo tenía el Ra’s al Ghul de Liam Neeson, el líder de la Liga de las Sombras que cree en un orden establecido basado en la justicia más primitiva. Es un mercenario que cree en la violencia como medio para derrotar el status quo. Mientras que en la segunda cinta, el enemigo principal de Batman, es el Joker de Heath Ledger. En este caso, vemos un monstruo demente que no cree en absolutamente nada más que en el caos mismo. El Joker es una figura perturbadora, llena de un carisma repulsivo que lo hace atractivo y que rompe con la rigidez de Batman. Este último elemento es el que justamente creo que es la gran ausencia que tiene El Caballero de la Noche Asciende, una figura que pueda romper con el mito generado alrededor del hombre murciélago.

El Joker de Ledger fue tan impresionante que no solo le valió el Oscar póstumo al actor australiano pero que incluso le robó el protagonismo al mismo Batman en su película. En esta última entrega no existe un personaje que le dé la contraparte al notable Batman de Christian Bale. Ese es un error que aleja a este capítulo final de la excelencia que logró Nolan con su antecesora. Quizás se debió explotar más la figura de la Gatúbela que interpreta Anne Hathaway, que contiene varios elementos que la convierten en una figura que despierta emociones encontradas. Hay que resaltar que Tim Burton hizo de Michelle Pfeiffer una Gatúbela espectacular en la cinta de 1992 y que quizás Nolan debió emular en esta oportunidad.

Por lo demás, estamos ante una cinta de grandes dimensiones, con una narración ambiciosa que busca engranar grandes escenas de acción con pequeños dramas que generan un final desconcertante. En esos momentos, Nolan demuestra su manejo de la imagen, sin caer en un espectáculo demasiado fantasioso sino sustentando la emoción en escenas que demuestran realidad y que tienen un ritmo pausado.

El Caballero de la Noche Asciende no es una película de acción común y corriente, y no busca serlo. Es más bien un drama que usa los recursos de la violencia para presentar un conflicto de personalidades y una serie de luchas personales.

Lógicamente, también está presente el comentario social. Es innegable que Nolan busca presentar una crítica a la exagerada inversión armamentista que tienen los países desarrollados, además que el desprecio a una sociedad que vive una ilusión de bienestar es una clara referencia a la ilusión económica que vivían las grandes sociedades y que se ha ido derrumbando de manera estrepitosa.

Las escenas en las que reina la anarquía impuesta por Bane, son similares a las escenas que mostraban la revolución rusa en Doctor Zhivago (1965); es decir el despojamiento de los bienes de los ricos y el empoderamiento de los parias de la sociedad. Muchos comentarios en Estados Unidos han querido establecer un puente entre la película y la actual coyuntura electoral que vive ese país, pero creo que más allá de ser una historia que reivindique ideales de derecha o de izquierda, es un film que presenta una evidente lucha ideológica entre dos nociones distintas que existen sobre el orden en las sociedades.

Es cierto que algunos diálogos de la cinta pueden parecer muy “relevantes” o “históricos”, pero creo que son necesarios en tanto se busca presentar un final épico para una historia que bordea con la mitología moderna. Los superhéroes de los últimos años son justamente eso, mitos de las nuevas generaciones.

Hay que resaltar de igual modo, la capacidad que tiene Christopher Nolan para dirigir un elenco de grandes actores. Ninguna actuación se queda atrás, el director le otorga a los principales y a los secundarios una importancia que hace que todos sean cómplices de esta leyenda mitológica. Nolan ya había demostrado mucha destreza con un gran reparto en Inception (2009), en la saga de Batman se supera a sí mismo en la dirección actoral. La mejor actuación de esta última entrega la tiene Gary Oldman como el Comisionado Gordon, una figura que al igual que Batman debe luchar consigo mismo y con su pasado, pero que a diferencia del ermitaño Wayne cree en la posibilidad de un liderazgo dentro de la sociedad.

El Caballero de la Noche Asciende es una muy buena película, que no llega a superar a la segunda de esta saga de Batman, pero que de igual modo funciona muy bien. Es entretenida, emocionante y vale la pena ser vista y analizada más de una vez. 










miércoles, 27 de junio de 2012

Sombras Tenebrosas y Tenemos que Hablar de Kevin


Están en cartelera dos cintas que tratan el tema de la familia desde una visión monstruosa. En el caso de la cinta de Tim Burton, Dark Shadows (2012), apelando a una comedia irreverente. Mientras que en el caso de We Need to Talk About Kevin (2011), se ve el retrato más crudo de una realidad más atemorizante que cualquier fantasía.

Sombras Tenebrosas


Tim Burton es sin lugar a dudas, uno de los mejores y más trabajadores directores que tiene Hollywood. El estilo de Burton es único, su capacidad para crear fantasías plagadas de sombras y colores extravagantes lo han convertido en una figura imprescindible del cine moderno. Como toda carrera, la de Burton también ha tenido sus desaciertos, algunos de ellos realmente catastróficos. Sin embargo, nadie puede negar la expectativa que siempre despierta una cinta de este director.

En Dark Shadows (2012), Burton hace uso una vez más de esos detalles que vemos en todas sus películas. Ese cuidado por los escenarios, ese esfuerzo por crear mundos fantásticos, su manía en inventar personajes excéntricos y dañados como el recordado joven manos de tijera.

Y es que Burton siempre busca crear monstruos que tengan una dosis de humanidad o humanos con una dosis de monstruosidad. En Dark Shadows, se trata de toda una familia que vive bajo un hechizo que los ha condenado a una vida al margen de la luz, donde la figura más notable del árbol genealógico es un vampiro eternamente enamorado.

La trama se desarrolla cuando este vampiro es despertado de un largo descanso y decide devolverle a su familia el esplendor de tiempos idos. Para ello, tendrá que vencer a su némesis que es una bruja que está enamorada de él. Como en casi todas sus cintas, los personajes secundarios son uno más caricaturesco que el anterior, y en este caso tenemos a la psiquiatra alcohólica que busca ser joven eternamente y la calculadora tía que busca tener todo bajo control.

El ambiente del film es totalmente surrealista, una vez más Burton recurre a sus personajes pálidos, atrapados en el pasado, atormentados por la historia. Pero no estamos ante una cinta de aventuras o ante un drama de época, sino más bien ante una historia totalmente descomedida.

Es cierto, esa irreverencia por momentos cae en el completo ridículo, sobre todo hacia el final de la cinta. Pero eso no arruina una cinta que busca entretener y que logra sacar varias risas por lo chiflado del argumento. Y es que se trata de un film que no hay que tomarse en serio sino que hay que ver y disfrutar.

Como siempre, Burton vuelve a trabajar junto a su actor fetiche Johnny Depp, a quien  esta vez convierte en un sangriento y voluble vampiro. Una vez más, Depp se mete en la piel del personaje y nos vuelve a dar una actuación camaleónica. Igualmente, el director vuelve a utilizar a su esposa en la vida real, la actriz Helena Bonham Carter y después de haberla convertido en Gatúbela hace casi 20 años, con la siempre bella Michelle Pfeiffer.

Pero la actuación más notable es la de Eva Green como la bruja enamorada y vengativa. Es en ella, en quien Burton crea a la típica figura fetichista de sus filmes. Una mujer atractiva que no puede superar su incapacidad para los sentimientos, por lo que recurre a la manipulación y al misticismo.

El resultado final es una cinta irregular, que no deja una mala sensación en quien la ve pero que no llega a superar las expectativas que siempre se tienen en un director como Tim Burton.

Tenemos que Hablar de Kevin


We Need to Talk About Kevin (2011) de la directora escocesa Lynne Ramsay fue presentada en el Festival de Cannes del 2011 y desde ese momento llamó el interés, sobre todo por la actuación de Tilda Swinton en la misma.

Pero We Need to Talk About Kevin es todo una sorpresa, que supera de lejos todo interés sobre la misma. Se trata de la historia de una familia totalmente desgraciada, de la relación entre los padres y sus hijos, de sentimientos profundos como la culpa o el arrepentimiento.

Eva y Franklin son una pareja de esposos que tienen dos hijos, Kevin y Celia. El mayor de ellos es Kevin, a quien Ramsay presenta desde la concepción, pasando por su crecimiento como un niño particular y finalmente convirtiéndose en un joven desadaptado. Pero Ramsay no usa una narración lineal, sino que el film se desarrolla entre flashbacks constantes que nos muestran el pasado y el presente de Kevin y su madre Eva.

Desde un inicio sabemos que hay algo malo en Kevin y en su madre, pero la directora logra crear una sensación de pánico puesto que no sabemos que es lo que ha originado esa realidad. Todas las escenas de la cinta están impregnadas de algún detalle rojo, que nos recuerda la sangre de la tragedia de la trama pero también la sangre que une a los miembros de esta familia.

Ese rojo es el verdadero protagonista de la cinta, no solo por lo que representa sino porque lo fuerte de su presencia recuerda que la historia puede, y probablemente sea, totalmente cierta. Pero la directora usa varios recursos para presentarnos este drama, desde la ropa que usan sus actores hasta el hecho que en esa inmensa casa no existen adornos en las paredes ni cuadros que hagan pensar que se trata de una familia normal.

Pero el mayor logro de Lynne Ramsay es crear el personaje de Eva, interpretada magistralmente por Tilda Swinton. Es una mujer que anhela su libertad, que no entiende su embarazo y lo considera como el alejamiento de su juventud representada por las niñas bailarinas que corren a su alrededor después de su terapia. Es una mujer que no controla su frustración, que se siente incapaz de ser madre, que vive presa de sus recuerdos y de su propia culpabilidad.

Swinton está excelente como la madre que está criando un monstruo y que es incapaz de detener. Su capacidad para moverse de la libertad de su juventud a la frialdad de la desesperanza es admirable. En sus ojos vemos hundidos los recuerdos de una vida feliz, en su cuerpo está presente una irrenunciable soledad, su rostro está marcado por un dolor que no se puede ir.

No es coincidencia que mientras la película avanza la vemos tratando de limpiar el rojo que ha sido tirado a la fachada de su casa en los momentos iniciales. La película entera es ese deseo de Eva de poder limpiar la sangre que ella siente que tiene en sus manos y que parece perseguirla a cada segundo. Es un fantasma que deambula por las calles y que como ello, recibe el desprecio de una sociedad que la desprecia porque no la comprende.

Maravillosa historia la que nos presenta Lynne Ramsay, We Need to Talk About Kevin es un gran estreno que enriquece nuestra cartelera. La actuación de Tilda Swinton es espectacular, quizás la mejor de toda su carrera. Definitivamente es una actuación que se merecía la atención del Oscar el año pasado, esta interpretación es superior que al menos dos de las nominadas, incluyendo a la ganadora.

No hay que dejar de ver We Need to Talk About Kevin, una película que levanta el debate sobre temas familiares y sociales que son necesarios. Totalmente recomendable.




viernes, 22 de junio de 2012

Un Método Peligroso


Por fin llegó a nuestra cartelera A Dangerous Method (2011), cinta dirigida por el legendario David Cronenberg y que presenta la relación entre los padres del psicoanálisis Sigmund Freud y Carl Jung. A primera vista, se podría pensar que se trata de una simple cinta histórica, pero el resultado es un film complejo con bastantes aristas que solo un director como Cronenberg puede lograr unir de manera tan notable.

La película empieza con la llegada de una mujer, Sabina Spielrein, en estado frenético a un centro de rehabilitación. Esta mujer será objeto de todas las técnicas de curación conocidas hasta la época, hasta que se convierte en paciente del doctor Jung. Este a su vez, ve en ella la paciente perfecta para poder investigar la teoría iniciada por Freud sobre el psicoanálisis.

La historia se desenvuelve entre la relación entre el doctor y la paciente, la cual se convierte en una relación de cooperación mutua, lo cual despierta en ella el interés por estudiar y convertirse en una profesional como Jung.

La investigación de Jung con su paciente hace que recurra al profesor Freud para que ambos terminen de presentar la teoría del psicoanálisis que terminaría revolucionando la ciencia de la medicina mental hasta nuestros días.

Pero la película, repito,  no es solo un relato de hechos históricos que buscan presentar el nacimiento de un hecho relevante para la humanidad. Por el contrario, es un estudio detallado de una época y de tres personas que no pueden dejar de confundir sus propias pasiones con sus intereses profesionales.

Cronenberg dibuja a sus protagonistas de tal manera que nos confunde por momentos y no sabemos si estamos ante el paciente o ante el galeno. Las escenas en las que están Spielrein y Jung o Freud y Jung o Spielrein y Freud, son totalmente cuadradas,  la pantalla se concentra en los dos rostros poniendo uno en un plano principal y difuminando el segundo detrás.

La ilusión de paciente y doctor se pierde cuando los roles se invierten y en esos momentos Cronenberg cambia el lente y la imagen para generar la misma ilusión óptica. Lógicamente, la trama se complica mientras vamos descubriendo el origen de los problemas mentales de Spielrein. Pero en el camino, vamos descubriendo los fantasmas de Jung quien además empieza a cuestionar a su mentor Freud.

El juego de relaciones que se crea entre los tres es sumamente interesante, el director se encarga de desenmascarar las verdaderas personalidades de los tres. La película exhibe los miedos, las fobias, las manías y hasta los vicios de los personajes, uniéndolos a través de los mismos.

Evidentemente la connotación sexual está presente, pero esta se muestra de manera directa sin influencias morales. En general, el estilo de dirección de Cronenberg en esta cinta es clásico, no busca impresionar sino acaso mostrar de manera congruente un periodo de tiempo donde la inocencia estaba a punto de perderse a raíz de la Primera Guerra Mundial.

Así vemos al director alejarse de su manera de dirigir películas absorbentes y hasta intoxicantes como Crash (1996) o Dead Ringers (1988). En esta cinta, Cronenberg apuesta por la pulcritud, por un estilo narrativo lineal, no por ello menos atractivo.

Uno de los mejores logros de la cinta es además su dirección artística, los ambientes están creados a la perfección, llenos de colores blancos y detalles de época. Cronenberg siempre ha sido un perfeccionista al momento de crear los espacios en sus cintas y en esta lo logra con excelencia.

Pero sin lugar a dudas, es la manera de manejar a sus actores lo que hace que la cinta tenga tanto éxito. Keira Knightley esta sorprendente como Spielrein, su papel empieza con la exageración de la enfermedad mental y termina con la tranquilidad del control que ejerce sobre la ciencia. Su actuación es notable, entregada por completo al papel, llena de facciones que la desdibujan de la figura frágil, dulce o heroica con la que la hemos visto en películas anteriores.  

De igual modo, Michael Fassbender vuelve a demostrar porque es el actor de moda. Su capacidad para interpretar a Jung es increíble, a diferencia de Knightley, en Fassbender vemos un talento por mostrar sentimientos íntimos pero con gestos cortos, con miradas directas o apenas con su propia presencia.

En su tercera película juntos, Cronenberg logra sacar lo mejor de Viggo Mortensen, esta vez ya no como el asesino desalmado de A History of Violence (2003) o Eastern Promises (2007), sino más bien como un Freud paternal, reflexivo, anonado en sus propias teorías. Siempre con un habano en la boca, el Freud de Mortensen es el verdadero catalizador de las demencias de Jung y Spielrein y de la película en general. Notable actuación de este gran actor, que realmente sorprende su ausencia en la lista de nominados al Oscar del año pasado.

A Dangerous Method es una cinta apasionante, inteligente, llena de momentos reflexivos. Los giros que da la trama la hacen sumamente emocionante. Sin lugar a dudad es una nueva gran película de un gran director, quizás de los mejores que trabajen en la actualidad. No hay que dejar de ver este film que enriquece de gran manera nuestra alicaída cartelera.

martes, 19 de junio de 2012

Prometheus


Uno de los estrenos más esperados del año era Prometheus (2011) de Ridley Scott. Se trataba de una cinta esperada no solo por el prestigio de su director sino porque marcaba su retorno al género de la ciencia ficción, en el cual nos entregó obras tan geniales como Blade Runner (1982) y Alien (1979).

Prometheus, busca justamente, ser algo así como la precuela de esta última cinta, que marcó toda una generación y que es el inicio de toda una serie de cintas sobre alienígenas de distinta calidad. Pero creo que Prometheus debe ser vista como un trabajo independiente de la cinta de 1979, puesto que tiene elementos que si bien es cierto explican el origen del extraterrestre monstruoso que todo el mundo conoce; esta es también una cinta de aventuras y donde la ciencia ficción se sustenta en la búsqueda de algo más trascendental.

Es el año 2093 y un grupo de científicos se encuentran en un viaje espacial en busca del origen de la humanidad. Desde este momento sabemos que la travesía de estas personas busca hacerle honor al nombre de la nave, Prometeo, aquel titán mitológico que gustaba tentar a Zeus en el Olimpo.

La misión de la tripulación de esta nave es exactamente esa, buscar al creador de los seres humanos, rompiendo con los preceptos de la fe y lógicamente desafiando al Dios que conocemos. Los científicos van acompañados de un cyborg que aparentemente carece de sentimientos y de una mujer que tiene la frialdad de un robot (Charlize Theron).

Lógicamente la mayor acción se desarrolla a partir del momento en que la nave llega a su destino. En dicho lugar, no solo se descubre una civilización muerta sino que la manipulación de nuestros protagonistas hace que estas ruinas ácidas empiecen a generar vida nueva. En ese trayecto, la acción llega a su cumbre cuando nos damos cuenta que no estamos ante un descubrimiento sino ante una amenaza.

Ridley Scott es un director que sabe manejar perfectamente la acción, lo demostró no solo en los títulos iniciales de estas líneas sino también de manera muy eficiente en las más recientes Gladiator (2000) y en Black Hawk Down (2001). En esta última, que llegó a nuestras salas como La Caída del Halcón Negro, Scott creo un ambiente envolvente que permitía aumentar la emoción a cada momento. En Prometheus se siente esa misma atmósfera absorbente, por momentos repulsiva, llena de colores negros que emulan un ácido que parece sangre negra.

Los mejores momentos de la cinta son aquellos en que vemos a los seres humanos en peligro, en ellos Scott nos hace sentir de manera vívida lo tórrida de la experiencia. Para esto usa efectos especiales muy bien logrados pero también la sencillez de las viejas cintas de ciencia ficción que no muestran al enemigo sino que se quedan en presentar la amenaza.

Como era de esperar, Scott muestra que los humanos somos seres vulnerables y que a diferencia de las figuras mitológicas, nuestras limitaciones emocionales nos impiden trascender. La película, sin embargo, se pierde por momentos. Sobre todo en aquellos en los cuales justamente se busca crear un juego de sentimientos dentro de la tripulación, como los de padre e hija o aquellos del cyborg que resulta siendo más humano que robot.

Otro desacierto que encuentro en el film es que se busca forzar demasiado el tema teológico. No solo se trata de una insinuación filosófica sino que termina siendo un argumento repetitivo que le resta méritos a la historia.

Por otro lado, Ridley Scott ha encontrado en Noomi Rapace una actriz que sabe llevar muy bien el papel de la heroína principal. A diferencia de Sigourney Weaver, a Rapace se le siente más vulnerable, pero los momentos más emocionantes de toda la película le pertenecen a ella. Fácilmente, se convertirá en una figura de acción del cine. Sus escenas están llenas de sangre y destroza lo más esencial de la naturaleza femenina en una escena que probablemente dejara boquiabiertos a varios.

Los efectos especiales de la cinta son maravillosos, espectaculares en todo el sentido de la palabra. De igual manera, la dirección artística. Si bien es cierto nos hace recordar la nave original de Alien (1979), los primeros minutos son un completo homenaje a 2001: A Space Oddissey (1969). La similitud entre Prometeo y la nave de la cinta de Kubrick es evidente y el cyborg que interpreta Michael Fassbender es una mezcla de aquel astronauta solitario con la manipuladora computadora que lo atormenta.

El resultado final de Prometheus es una buena obra de ciencia ficción, con elementos de aquel gore que no llega a ser saturante sino que permite desarrollar de manera efectiva una realidad distinta a la normal. Es una cinta emocionante, con elementos de buen cine de aventura. No hay que buscar solo el origen del alien, el cual resulta siendo totalmente sorprendente, sino que hay que disfrutar todos los elementos del film como el buen trabajo en el sonido y lo novedoso a nivel visual.

Un tip final, la película se disfruta más en 3D; sin embargo su calidad no se pierde si se ve en una sala regular. Prometheus es la perfecta opción para aquellos que van en busca de entretenimiento al cine y que disfrutan de historias que los hacen saltar de las sillas de vez en cuando. 

miércoles, 13 de junio de 2012

Mi Semana con Marilyn



Sigue en nuestra cartelera My Week with Marilyn, cinta que relata los días que la legendaria Marilyn Monroe pasó en Inglaterra para filmar The Prince and the Showgirl (1957) junto al no menos legendario Laurence Olivier.

Para todos aquellos que amamos el cine, siempre es entretenido ver una película que nos cuenta la historia de una filmación o nos muestra detalles de la vida de los personajes de la industria. En este caso, es nostálgico el recordar a dos figuras grandes de la actuación que tenían dos maneras tan distintas de ver a su profesión.

Sin embargo, My Week with Marilyn no pasa de ser un film sencillo que relata de manera superficial las anécdotas que rodearon la filmación de una película. No estamos ante un estudio de personalidad, ni mucho menos ante una historia compleja.

Por el contrario, la narración es bastante simple, sin abordar de manera directa los verdaderos conflictos existenciales que tenían sus protagonistas; sino más bien presentándolos de manera acartonada y dentro de estereotipos que podrían verse en cualquier documental o película para la televisión.

Si bien es cierto, en algunos momentos el director de la película, Simon Curtis, trata de usar recursos para mostrar la presencia espectacular que poseía Marilyn, estos momentos son aislados y se pierden en el resultado final.

Me parece que otro gran desacierto es querer presentar a tantos personajes, incluyendo a Arthur Miller y Vivien Leigh, y tratar de descubrirlos como a los protagonistas. Al final, eso no se consigue y la cinta solo esboza a estas figuras, dejando incluso cabos sueltos como los celos de Vivien Leigh o el libro que Miller estaba escribiendo sobre su esposa.

Los mejores momentos de la cinta son aquellos en los que vemos a Marilyn Monroe jugando al enamoramiento adolescente con uno de los asistentes del director. Son en esas escenas donde el director se mueve con frescura, sin apasionamientos. Podemos ver el lado humano y frágil de una mujer que concentraba las miradas de todo el mundo.

Pero lo mejor de la cinta son las dos actuaciones principales, es decir la de Michelle Williams como Marilyn Monroe y Kenneth Brannagh como Laurence Olivier. Y ambas actuaciones son totalmente distintas y hasta diría opuestas. En el caso de Brannagh, su actuación como Olivier casi limita con la imitación. Por momentos, parecía que estaba viendo al mismo Olivier en pantalla, Brannagh que fue discípulo en la vida real del legendario actor, imita los gestos, las maneras exageradas y esos largos discursos que tenía el viejo Sir Laurence a la perfección. Es decir que Brannagh usa la técnica de actuación que usaba el mismo Olivier en sus propias actuaciones.

Por el contrario, la actuación de Michelle Williams no es una imitación de la glamorosa actriz. Williams crea un personaje aparte, especial, único, frágil y lleno de encantos. Podía haber sido Marilyn Monroe pero también podía llamarse Elizabeth Taylor o Judy Garland. El personaje de Williams es multidimensional y pasa con una vitalidad increíble de una emoción a otra en cuestión de segundos. Michelle Williams es una de las mejores actrices de su generación y en esta actuación está en su mejor momento, vulnerable, frágil, atractiva, sensual y sobre todo con una capacidad camaleónica que concentra todo tipo de atención en todas las escenas en las que aparece ella.

Hay que aprovechar para ver My Week with Marilyn, que si bien es una cinta irregular cuenta con dos grandes actuaciones que se merecen todos los laureles recibidos. Más aun cuando estamos a punto de ser bombardeados por los blockbusters de Hollywood que carecen de contenido artístico en el mayor de los casos. My Week with Marilyn, a pesar de sus defectos, no deja de ser interesante y para aquellos que gustan de historia del cine y sus actores les va encantar.

lunes, 28 de mayo de 2012

Festival de Cannes 2012


2012 Cannes Film Festival Poster - Moonrise Kingdom (2012)
El Poster Oficial del Festival de este año con Marilyn Monroe soplando una vela.


Como todos los años, la ceremonia de clausura del Festival de Cannes acaparó la atención de todos los cinéfilos del mundo. En su edición número 65, la lista de competidores a la tan prestigiosa Palma de Oro incluía a autores de la talla de David Cronenberg y Abbas Kiarostami. La crítica especializada, como ocurre siempre, se animó a hacer predicciones sobre los ganadores de esta edición del Festival. Desde un inicio había consenso en que el director Michael Haneke había vuelto a sorprender con su película Amour, pero también sonaban fuerte Holy Motors de Leos Carax, Post Tenebras Lux de Carlos Reygadas y Moonrise Kingdom de Wes Anderson.

Al final la decisión del jurado coincidió con la crítica y fue Amour de Michael Haneke la que se alzó con la Palma de Oro del Festival de Cannes 2012.

A continuación un pequeño resumen de esta ceremonia en la cual estuvieron como es de costumbre algunos de los nombres más importantes del cine actual y en el que el glamour podía sentirse en el aire.

El Presidente del Jurado Nanni Moretti da unas palabras en la Ceremonia de Clausura del Festival, junto al Jurado en pleno.
El Jurado de la edición 65 del Festival de Cannes estuvo presidido por el director italiano Nanni Moretti, que en el 2001 ganó la Palma de Oro del Festival por la película La Habitación del Hijo. El jurado también  estuvo conformado por el actor Ewan McGregor, la actriz Diane Kruger, la actriz Hiam Abbas, la directora Andrea Arnold, la actriz Emmanuelle Devos, el director Alexander Payne, el director Raoul Peck y el diseñador de modas Jean-Paul Gaultier.

Michael Haneke sostiene la Palma de Oro junto a los dos protagonistas de su película Amour, los legendarios Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant
El director austriaco Michael Haneke recibe por segunda vez en su carrera la Palma de Oro, en el 2009 la había recibido por la película The White Ribbon, que llegó como La Cinta Blanca a nuestras salas. Además, en el 2005 ganó el Premio al Mejor Director por Cache y el Premio Grand Prix en el 2001 por la genial La Pianiste que protagonizara Isabelle Huppert.

Haneke se convierte en uno de los pocos directores en ganar dos veces la Palma de Oro, uniéndose a un grupo formado por Francis Ford Coppola, Bille August, Emir Kusturica y los hermanos Dardenne.

En las otras categorías hubo algunas sorpresas. El premio Grand Prix cayó en manos de Matteo Garrone por la cinta Reality. El director mexicano Carlos Reygadas se llevó el premio al Mejor Director por Post Tenebras Lux

Los premios en actuación también fueron una sorpresa, dado que muchos nombres de Hollywood fueron dejados de lado. El Premio al Mejor Actor se lo llevó Mads Mikkelsen por la cinta Jagten o The Hunt dirigida por Thomas Vinterberg. 

Mientras que el Premio a la Mejor Actriz se lo llevaron Cristina Flutur y Cosmina Stratan por el film Beyond the Hills del rumano Cristian Mungiu, que además se llevó el Premio al Mejor Guión. Finalmente, el legendario Ken Loach se alzó con el Premio del Jurado por su cinta The Angel's Share.


Gong Li and Mads Mikkelsen - Closing Ceremony Inside - 65th  Annual Cannes Film Festival
La actriz Gong Li le presenta a Mads Mikkelsen el Premio al Mejor Actor.

Cristian Mungiu recibe el Premio al Mejor Guion de manos de Natassja Kinski.
Alec Baldwin les presenta el Premio a la Mejor Actriz a Cristina Flutur y Cosmina Stratan.
El mexicano Carlos Reygadas recibe el Premio al Mejor Director de manos de Tim Roth y de Leila Bekhti 

Matteo Garrone posa con el Premio Grand Prix obtenido por Reality
Ganador hace unos años de la Palma de Oro, el veterano Ken Loach se llevó el Premio del Jurado en esta  edicion de Cannes.



A pesar de no haber recibido premio alguno, muchas de las cintas presentadas en Cannes llaman la atención cuando la temporada de premios llega a Hollywood. Veremos cuáles de ellas logran llegar hasta el final. Sería más que justo que Haneke gane por fin un Oscar que le ha sido injustamente esquivo por ejemplo.

A los peruanos nos queda esperar y rezar para que las distribuidoras y cadenas de cine traigan algunos de los títulos presentados y premiados en Cannes, hecho que desgraciadamente ocurre muy poco.

jueves, 24 de mayo de 2012

Drive - El Escape



Mientras que en estos días se lleva a cabo el Festival de Cannes, ha llegado a nuestra cartelera una cinta que justamente fue estrenada en ese festival el año pasado. Drive (2011), está dirigida por Nicholas Winding Refn y es definitivamente de lo más interesante que vamos a ver en nuestros cines estos días.

La película gira en torno a la figura de un conductor sin nombre, personaje interpretado por Ryan Gosling. Desde el inicio el director juega al misterio con su personaje, no sabemos quién es en realidad. Primero lo vemos como el conductor de un automóvil en un robo para luego verlo como doble de acción en la realización de una película. El conductor no es un personaje carismático, Gosling prácticamente no emite palabra alguna sino hasta bien avanzada la historia. Lo único que escuchamos de él es a través de la voz en off que va relatando secuencias de lo que estamos viendo.

Mientras Winding Refn va presentando al personaje, también va presentando a Los Ángeles como una ciudad atrapada en su inmensidad, saturada por sus propias luces pero llena de sombras. La película empieza con la escena del escape luego de un robo, Gosling conoce todas las calles de la ciudad, evita ser atrapado pero al mismo tiempo reta a la policía a que lo persigan. Busca la acción en lo que hace, manteniendo siempre el rostro inamovible y solo con un mondadientes en la boca.

Gosling empieza siendo el Steve McQueen de Bullitt, aquel que se encuentra a si mismo únicamente dentro de su vehículo. Cuando está en otros lugares parece un fantasma que no sabe qué hacer. Es realmente cuando esta frente al timón cuando vive.

La historia luego presenta a Irene, su vecina. Una bella madre joven que tiene a su esposo en prisión y que encuentra en el conductor anónimo a la figura masculina ausente. En ese momento, el personaje de Gosling empieza a evolucionar, lo vemos tratando de vencerse a sí mismo y buscando ese espacio familiar ausente en su propia vida.

Incluso en esos momentos, es a través de la velocidad que el conductor manifiesta lo que siente. Los vemos paseando en las pistas que fueron el escenario de la recordada carrera de John Travolta en Grease (1980).

Pero el director sabe que en Los Ángeles estamos frente al boulevard de los sueños rotos. Y el sueño que empieza a construirse llega a su fin cuando el esposo de Irene sale de la cárcel y el conductor busca ayudarlo en el problema que tiene con unos jefes mafiosos de la ciudad.

El giro que da la historia es de 180 grados, todo tipo de romanticismo queda atrás y estamos ante una película violenta, donde la lealtad no es una palabra que se encuentra en el diccionario. En este momento el papel de Gosling recuerda mucho al Vengador Anónimo que interpretaba Charles Bronson en Death Wish (1974).

Su misión es evitar que Irene y su hijo caigan en manos de la mafia y para eso asume el rol del héroe sangriento. En ese momento, vemos que detrás de la tranquilidad del rostro del conductor se esconde un asesino brutal. De igual manera, conocemos a los jefes mafiosos que quieren su cabeza. Los actores Ron Perlman y Albert Brooks interpretan a dos big shots que parecen salidos de una película de los años 80. Pero es Bernie Rose, interpretado por Brooks, el más interesante de ellos, al igual que el conductor es un hombre despiadado que es capaz de sonreír y matar al mismo tiempo.

El desenlace de la historia puede ser sacado de una tragedia griega, donde los personajes han perdido identidad. No existen héroes ni antihéroes, solo existe violencia.

Nicholas Winding Refn dirige la película de manera excepcional. No busca momentos de acción muy largos sino cortos pero bien estructurados. Alternando las tomas externas con la visión misma del personaje del conductor. Por momentos se recurre a planos pausados en los cuales la emoción se contiene para luego concluir en un momento impactante.

De igual modo, el director utiliza a Los Ángeles como una ciudad con tantos claroscuros como las personas que viven en ella. En la ciudad la ley no existe, la policía solo se escucha por la radio, son los jefes de la mafia los verdaderos dueños de la calle. En estos momentos, Winding Refn recuerda al Martin Scorsese de Mean Streets (1972) o Taxi Driver (1976), es decir nos muestra lo peor de esta ciudad que tiene todo tipo de psicópatas viviendo en ella.

Otro factor que hace de Drive una película interesante es ese espíritu ochentero que se siente en todo momento. Como si la ciudad no hubiera progresado y se hubiera estancado en esa época de luces fosforescentes, casacas llamativas y canciones que mezclan el rock con el pop.

El manejo de las escenas violentas es notable, Winding Refn continúa la tradición de grandes como Tarantino o Cronenberg para esos momentos brutales. El elemento humano de la película está a cargo de Irene, interpretada por Carey Mulligan, a quien Winding Refn utiliza como un ángel que se desplaza por la pantalla y que contrarresta con su dulzura la dureza de la trama. Una vez más, Mulligan da una actuación notable, su talento solo es equiparable a su belleza.

Pero la película le pertenece a Ryan Gosling, que está muy bien en todo momento. Al control del personaje, convertido en todo un justiciero urbano. Pero la mejor actuación de la cinta es la de Albert Brooks como Bernie Rose. Su papel le da un nuevo rostro al mal, pasando del carisma inicial, de la confianza que nos da cuando lo vemos apostar por su amigo a la brutalidad cuando lo vemos ensuciar sus manos con sangre. En todo momento, con la seguridad que esa es su vida, que pertenece a una “familia” que quizás sea tan violenta como él. Gran actuación de Brooks a quien no se veía en pantallas recientemente.

El producto final es una película casi poética. Una cinta de acción pero que refleja un gran gusto por parte de su director. Es ciertamente, una película de autor. Nicholas Winding Refn se ganó el Premio al Mejor Director el año pasado en el Festival de Cannes por esta cinta, un honor más que merecido.