F. Scott
Fitzgerald es uno de los escritores estadounidenses más importantes del siglo
XX. Algunas de sus obras han sido llevadas al cine, pero quizás la que más
atención ha llamado siempre es El Gran Gatsby o The Great Gatsby, su título
original en inglés. Hollywood hizo su primera versión de la obra en 1949
producida por el estudio Paramount y usándola como vehículo para el entonces
popular Alan Ladd. En 1974, Jack Clayton dirigiría una versión más literal del
libro de Fitzgerald, esta vez con Robert Redford y Mia Farrow como cabezas del
elenco.
The Great Gatsby (2013) es la última versión del legendario libro sobre un
hombre que vive en el exceso para reconquistar a su amor perdido. La película
gira en torno a la figura de Jay Gatsby; desde el inicio de la misma e incluso
antes de verlo por primera vez en pantalla, su presencia está en los diálogos y
en el contexto como un fantasma. El enigma sobre quién es Gatsby se construye
de manera eficiente hasta el momento en que lo vemos en un close up que
recuerda a los galanes del cine clásico.
Gatsby es un
empresario pero nadie sabe de qué tipo de empresas, se sabe que ha estado en
Oxford pero nadie sabe que ha estudiado, se sabe qué hace grandes fiestas a
diario pero nadie lo ha visto en las mismas. La audiencia conoce a Gatsby a
través de su vecino, Nick Carraway que está interpretado por Tobey Maguire, un
hombre que acaba de llegar a New York para incursionar en el emocionante mundo
de las acciones de la bolsa.
La historia va
avanzando y sabemos que Gatsby está enamorado de la prima de Nick, Daisy Buchanan
que es interpretada por la bella Carey Mulligan. Daisy es una mujer casada y el
romance con Gatsby se complica. El desenlace de la historia de amor es un
elemento que no comentaré para no arruinar el film a aquellos que no han leído
el libro o no han visto las versiones previas.
Baz Luhrman
dirige esta versión de The Great Gatsby
y lo hace con irregularidad. Hay momentos en la película que son muy buenos,
algunos realmente notables. Sin embargo, en el resultado final hay muchos
elementos que alejan a la cinta de la perfección.
Luhrman acierta
en presentar la vida alocada de la Nueva York de los años 20, su estilo visual
para mostrar el apogeo de la era del jazz y el desenfreno mezcla innovaciones
modernas acompañadas de un telón musical impresionantes.
El director
muestra a la gran manzana como una ciudad de fantasía, que incluso tiene su
propio bosque tenebroso y sus palacios modernos que esconden los mayores lujos.
Para las escenas de las fiestas, Luhrman traslada el frenesí de su Moulin Rouge (2001) a la emoción del
Charleston y el apogeo del desenfreno causado por un capitalismo creciente.
Todos estos
elementos son resaltados con una dirección de arte impecable y con una
fotografía que apuesta por colores vivos, marcados, frescos y que mezcla
distintas texturas para momentos específicos. La película está tanto en 2D como
en 3D, donde estos recursos técnicos son más disfrutables.
Por otro lado,
el australiano Luhrman convierte a Leonardo DiCaprio en un actor de época, con
el encanto de un Joseph Cotten y la presencia avasallante de un Gary Cooper.
DiCaprio es filmado por momentos como un actor de cine mudo, que solo tiene sus
movimientos y gestos para mostrar sus sentimiento. Es un buen trabajo de
DiCaprio que sigue demostrando que es uno de los mejores actores del cine
actual.
El reparto en
general es un acierto, sobretodo Carey Mulligan que es presentada como una
figura frágil y vulnerable que sucumbe ante el amor. La cámara pareciera estar
enamorada de ella y ella de todo lo que la rodea.
Pero la
narración de la historia cae por momentos en la exageración absurda y en la
saturación de las imágenes. Estos momentos, que no son pocos, cortan la atención
que se logra con la primera mitad del film. La historia de amor bordea con el
melodrama mexicano, arruinando la construcción que se ha hecho de los
personajes. Es evidente que la ambición de Baz Luhrman le juega una mala jugada
y la estructura de la cinta se le escapa de las manos, haciendo que algunas
escenas sean casi una sátira de la escena anterior.
The Great Gatsby no deja de ser una película interesante y de lejos lo más atractivo de
nuestra paupérrima cartelera, pero es un film con muchos defectos sobre todo
hacia el final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario