Uno de los estrenos
más esperados del año era Prometheus
(2011) de Ridley Scott. Se trataba de una cinta esperada no solo por el
prestigio de su director sino porque marcaba su retorno al género de la ciencia
ficción, en el cual nos entregó obras tan geniales como Blade Runner (1982) y Alien
(1979).
Prometheus, busca justamente, ser algo así como la precuela de esta última cinta, que
marcó toda una generación y que es el inicio de toda una serie de cintas sobre
alienígenas de distinta calidad. Pero creo que Prometheus debe ser vista como
un trabajo independiente de la cinta de 1979, puesto que tiene elementos que si
bien es cierto explican el origen del extraterrestre monstruoso que todo el
mundo conoce; esta es también una cinta de aventuras y donde la ciencia ficción
se sustenta en la búsqueda de algo más trascendental.
Es el año 2093 y
un grupo de científicos se encuentran en un viaje espacial en busca del origen
de la humanidad. Desde este momento sabemos que la travesía de estas personas
busca hacerle honor al nombre de la nave, Prometeo, aquel titán mitológico que
gustaba tentar a Zeus en el Olimpo.
La misión de la
tripulación de esta nave es exactamente esa, buscar al creador de los seres
humanos, rompiendo con los preceptos de la fe y lógicamente desafiando al Dios
que conocemos. Los científicos van acompañados de un cyborg que aparentemente
carece de sentimientos y de una mujer que tiene la frialdad de un robot
(Charlize Theron).
Lógicamente la
mayor acción se desarrolla a partir del momento en que la nave llega a su
destino. En dicho lugar, no solo se descubre una civilización muerta sino que
la manipulación de nuestros protagonistas hace que estas ruinas ácidas empiecen
a generar vida nueva. En ese trayecto, la acción llega a su cumbre cuando nos
damos cuenta que no estamos ante un descubrimiento sino ante una amenaza.
Ridley Scott es
un director que sabe manejar perfectamente la acción, lo demostró no solo en
los títulos iniciales de estas líneas sino también de manera muy eficiente en las
más recientes Gladiator (2000) y en Black Hawk Down (2001). En esta última,
que llegó a nuestras salas como La Caída del Halcón Negro, Scott creo un
ambiente envolvente que permitía aumentar la emoción a cada momento. En
Prometheus se siente esa misma atmósfera absorbente, por momentos repulsiva,
llena de colores negros que emulan un ácido que parece sangre negra.
Los mejores
momentos de la cinta son aquellos en que vemos a los seres humanos en peligro,
en ellos Scott nos hace sentir de manera vívida lo tórrida de la experiencia.
Para esto usa efectos especiales muy bien logrados pero también la sencillez de
las viejas cintas de ciencia ficción que no muestran al enemigo sino que se
quedan en presentar la amenaza.
Como era de
esperar, Scott muestra que los humanos somos seres vulnerables y que a
diferencia de las figuras mitológicas, nuestras limitaciones emocionales nos
impiden trascender. La película, sin embargo, se pierde por momentos. Sobre
todo en aquellos en los cuales justamente se busca crear un juego de
sentimientos dentro de la tripulación, como los de padre e hija o aquellos del
cyborg que resulta siendo más humano que robot.
Otro desacierto
que encuentro en el film es que se busca forzar demasiado el tema teológico. No
solo se trata de una insinuación filosófica sino que termina siendo un
argumento repetitivo que le resta méritos a la historia.
Por otro lado,
Ridley Scott ha encontrado en Noomi Rapace una actriz que sabe llevar muy bien
el papel de la heroína principal. A diferencia de Sigourney Weaver, a Rapace se
le siente más vulnerable, pero los momentos más emocionantes de toda la
película le pertenecen a ella. Fácilmente, se convertirá en una figura de
acción del cine. Sus escenas están llenas de sangre y destroza lo más esencial
de la naturaleza femenina en una escena que probablemente dejara boquiabiertos
a varios.
Los efectos
especiales de la cinta son maravillosos, espectaculares en todo el sentido de
la palabra. De igual manera, la dirección artística. Si bien es cierto nos hace
recordar la nave original de Alien
(1979), los primeros minutos son un completo homenaje a 2001: A Space Oddissey (1969). La
similitud entre Prometeo y la nave de la cinta de Kubrick es evidente y el cyborg
que interpreta Michael Fassbender es una mezcla de aquel astronauta solitario
con la manipuladora computadora que lo atormenta.
El resultado
final de Prometheus es una buena obra de ciencia ficción, con elementos de
aquel gore que no llega a ser saturante sino que permite desarrollar de manera
efectiva una realidad distinta a la normal. Es una cinta emocionante, con
elementos de buen cine de aventura. No hay que buscar solo el origen del alien,
el cual resulta siendo totalmente sorprendente, sino que hay que disfrutar
todos los elementos del film como el buen trabajo en el sonido y lo novedoso a
nivel visual.
Un tip final, la
película se disfruta más en 3D; sin embargo su calidad no se pierde si se ve en
una sala regular. Prometheus es la
perfecta opción para aquellos que van en busca de entretenimiento al cine y que
disfrutan de historias que los hacen saltar de las sillas de vez en cuando.
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