miércoles, 22 de mayo de 2013

The Great Gatsby



F. Scott Fitzgerald es uno de los escritores estadounidenses más importantes del siglo XX. Algunas de sus obras han sido llevadas al cine, pero quizás la que más atención ha llamado siempre es El Gran Gatsby o The Great Gatsby, su título original en inglés. Hollywood hizo su primera versión de la obra en 1949 producida por el estudio Paramount y usándola como vehículo para el entonces popular Alan Ladd. En 1974, Jack Clayton dirigiría una versión más literal del libro de Fitzgerald, esta vez con Robert Redford y Mia Farrow como cabezas del elenco.

The Great Gatsby (2013) es la última versión del legendario libro sobre un hombre que vive en el exceso para reconquistar a su amor perdido. La película gira en torno a la figura de Jay Gatsby; desde el inicio de la misma e incluso antes de verlo por primera vez en pantalla, su presencia está en los diálogos y en el contexto como un fantasma. El enigma sobre quién es Gatsby se construye de manera eficiente hasta el momento en que lo vemos en un close up que recuerda a los galanes del cine clásico.

Gatsby es un empresario pero nadie sabe de qué tipo de empresas, se sabe que ha estado en Oxford pero nadie sabe que ha estudiado, se sabe qué hace grandes fiestas a diario pero nadie lo ha visto en las mismas. La audiencia conoce a Gatsby a través de su vecino, Nick Carraway que está interpretado por Tobey Maguire, un hombre que acaba de llegar a New York para incursionar en el emocionante mundo de las acciones de la bolsa.

La historia va avanzando y sabemos que Gatsby está enamorado de la prima de Nick, Daisy Buchanan que es interpretada por la bella Carey Mulligan. Daisy es una mujer casada y el romance con Gatsby se complica. El desenlace de la historia de amor es un elemento que no comentaré para no arruinar el film a aquellos que no han leído el libro o no han visto las versiones previas.

Baz Luhrman dirige esta versión de The Great Gatsby y lo hace con irregularidad. Hay momentos en la película que son muy buenos, algunos realmente notables. Sin embargo, en el resultado final hay muchos elementos que alejan a la cinta de la perfección.

Luhrman acierta en presentar la vida alocada de la Nueva York de los años 20, su estilo visual para mostrar el apogeo de la era del jazz y el desenfreno mezcla innovaciones modernas acompañadas de un telón musical impresionantes.

El director muestra a la gran manzana como una ciudad de fantasía, que incluso tiene su propio bosque tenebroso y sus palacios modernos que esconden los mayores lujos. Para las escenas de las fiestas, Luhrman traslada el frenesí de su Moulin Rouge (2001) a la emoción del Charleston y el apogeo del desenfreno causado por un capitalismo creciente.

Todos estos elementos son resaltados con una dirección de arte impecable y con una fotografía que apuesta por colores vivos, marcados, frescos y que mezcla distintas texturas para momentos específicos. La película está tanto en 2D como en 3D, donde estos recursos técnicos son más disfrutables.

Por otro lado, el australiano Luhrman convierte a Leonardo DiCaprio en un actor de época, con el encanto de un Joseph Cotten y la presencia avasallante de un Gary Cooper. DiCaprio es filmado por momentos como un actor de cine mudo, que solo tiene sus movimientos y gestos para mostrar sus sentimiento. Es un buen trabajo de DiCaprio que sigue demostrando que es uno de los mejores actores del cine actual.

El reparto en general es un acierto, sobretodo Carey Mulligan que es presentada como una figura frágil y vulnerable que sucumbe ante el amor. La cámara pareciera estar enamorada de ella y ella de todo lo que la rodea.

Pero la narración de la historia cae por momentos en la exageración absurda y en la saturación de las imágenes. Estos momentos, que no son pocos, cortan la atención que se logra con la primera mitad del film. La historia de amor bordea con el melodrama mexicano, arruinando la construcción que se ha hecho de los personajes. Es evidente que la ambición de Baz Luhrman le juega una mala jugada y la estructura de la cinta se le escapa de las manos, haciendo que algunas escenas sean casi una sátira de la escena anterior.

The Great Gatsby no deja de ser una película interesante y de lejos lo más atractivo de nuestra paupérrima cartelera, pero es un film con muchos defectos sobre todo hacia el final. 

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