Por fin
llegó a nuestra cartelera A Dangerous
Method (2011), cinta dirigida por el legendario David Cronenberg y que
presenta la relación entre los padres del psicoanálisis Sigmund Freud y Carl
Jung. A primera vista, se podría pensar que se trata de una simple cinta histórica,
pero el resultado es un film complejo con bastantes aristas que solo un
director como Cronenberg puede lograr unir de manera tan notable.
La película
empieza con la llegada de una mujer, Sabina Spielrein, en estado frenético a un
centro de rehabilitación. Esta mujer será objeto de todas las técnicas de curación
conocidas hasta la época, hasta que se convierte en paciente del doctor Jung. Este
a su vez, ve en ella la paciente perfecta para poder investigar la teoría iniciada
por Freud sobre el psicoanálisis.
La historia
se desenvuelve entre la relación entre el doctor y la paciente, la cual se
convierte en una relación de cooperación mutua, lo cual despierta en ella el interés
por estudiar y convertirse en una profesional como Jung.
La investigación
de Jung con su paciente hace que recurra al profesor Freud para que ambos
terminen de presentar la teoría del psicoanálisis que terminaría revolucionando
la ciencia de la medicina mental hasta nuestros días.
Pero la película,
repito, no es solo un relato de hechos históricos
que buscan presentar el nacimiento de un hecho relevante para la humanidad. Por
el contrario, es un estudio detallado de una época y de tres personas que no
pueden dejar de confundir sus propias pasiones con sus intereses profesionales.
Cronenberg
dibuja a sus protagonistas de tal manera que nos confunde por momentos y no
sabemos si estamos ante el paciente o ante el galeno. Las escenas en las que están
Spielrein y Jung o Freud y Jung o Spielrein y Freud, son totalmente
cuadradas, la pantalla se concentra en
los dos rostros poniendo uno en un plano principal y difuminando el segundo detrás.
La ilusión
de paciente y doctor se pierde cuando los roles se invierten y en esos momentos
Cronenberg cambia el lente y la imagen para generar la misma ilusión óptica. Lógicamente,
la trama se complica mientras vamos descubriendo el origen de los problemas
mentales de Spielrein. Pero en el camino, vamos descubriendo los fantasmas de
Jung quien además empieza a cuestionar a su mentor Freud.
El juego
de relaciones que se crea entre los tres es sumamente interesante, el director
se encarga de desenmascarar las verdaderas personalidades de los tres. La película
exhibe los miedos, las fobias, las manías y hasta los vicios de los personajes,
uniéndolos a través de los mismos.
Evidentemente
la connotación sexual está presente, pero esta se muestra de manera directa sin
influencias morales. En general, el estilo de dirección de Cronenberg en esta
cinta es clásico, no busca impresionar sino acaso mostrar de manera congruente
un periodo de tiempo donde la inocencia estaba a punto de perderse a raíz de la
Primera Guerra Mundial.
Así vemos
al director alejarse de su manera de dirigir películas absorbentes y hasta
intoxicantes como Crash (1996) o Dead Ringers (1988). En esta cinta,
Cronenberg apuesta por la pulcritud, por un estilo narrativo lineal, no por
ello menos atractivo.
Uno de
los mejores logros de la cinta es además su dirección artística, los ambientes están
creados a la perfección, llenos de colores blancos y detalles de época. Cronenberg
siempre ha sido un perfeccionista al momento de crear los espacios en sus
cintas y en esta lo logra con excelencia.
Pero sin
lugar a dudas, es la manera de manejar a sus actores lo que hace que la cinta
tenga tanto éxito. Keira Knightley esta sorprendente como Spielrein, su papel
empieza con la exageración de la enfermedad mental y termina con la
tranquilidad del control que ejerce sobre la ciencia. Su actuación es notable,
entregada por completo al papel, llena de facciones que la desdibujan de la
figura frágil, dulce o heroica con la que la hemos visto en películas anteriores.
De igual
modo, Michael Fassbender vuelve a demostrar porque es el actor de moda. Su
capacidad para interpretar a Jung es increíble, a diferencia de Knightley, en
Fassbender vemos un talento por mostrar sentimientos íntimos pero con gestos
cortos, con miradas directas o apenas con su propia presencia.
En su
tercera película juntos, Cronenberg logra sacar lo mejor de Viggo Mortensen,
esta vez ya no como el asesino desalmado de A History of Violence (2003) o Eastern
Promises (2007), sino más bien como un Freud paternal, reflexivo, anonado
en sus propias teorías. Siempre con un habano en la boca, el Freud de Mortensen
es el verdadero catalizador de las demencias de Jung y Spielrein y de la película
en general. Notable actuación de este gran actor, que realmente sorprende su
ausencia en la lista de nominados al Oscar del año pasado.
A Dangerous Method es una cinta apasionante, inteligente, llena
de momentos reflexivos. Los giros que da la trama la hacen sumamente
emocionante. Sin lugar a dudad es una nueva gran película de un gran director, quizás
de los mejores que trabajen en la actualidad. No hay que dejar de ver este film
que enriquece de gran manera nuestra alicaída cartelera.
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