En la
Irlanda del siglo 19, una mujer decide vestirse y actuar como hombre para poder
trabajar. Desde el inicio de la película sabemos que Glenn Close es esa mujer y
que Albert Nobbs es el personaje que ha creado. Nobbs es mayordomo en un hotel
que tiene apariencia de residencia pero también de casa de citas. La dueña del
hotel es una mujer que recibe a sus huéspedes como si fueran sus invitados,
ofrece fiestas para ellos, trata de crear un espacio de escape a los problemas
que se viven afuera.
Dentro de
ese ambiente donde abunda la frivolidad aparece la figura de Nobbs, como el mayordomo
responsable, discreto, aquel que despierta la confianza de todo el mundo por su
sobriedad y seriedad. El rostro pálido de Nobbs lo muestra casi como un ser
muerto que está acostumbrado al sacrificio de tener que encubrir su identidad.
Pero esa
apariencia tétrica cambia cuando conoce a Hubert Page, un fornido pintor con
quien es obligado a compartir una noche en su habitación. En ese momento, el
secreto sobre la identidad de Nobbs se ve descubierto y la seriedad masculina
de su presencia se convierte en una vulnerabilidad femenina.
Nobbs
descubre que Page es también una mujer y que al igual que él, ha creado toda
una identidad para poder sobrevivir a los prejuicios de la época. En este
momento, Nobbs empieza a idealizar la vida de Hubert, que además está casado
con una mujer y tiene una vida de felicidad. Así, Nobbs fantasea con la
posibilidad de escapar de esa soledad a la que se sentía obligado y para ello
empieza a enamorar a una muchacha que trabaja en el hotel, Helen interpretada
por Mia Wasikowska.
La trama
se complica cuando Helen se enamora de otro muchacho y una serie de tragedias
ocurren alrededor de los personajes. El guion presenta elementos interesantes
que pueden hacer que la película sea vista como una cinta de ideales feministas
y personajes que rompen con el orden de una época. Sin embargo, la dirección de
Rodrigo García no termina de definir ninguno de estos elementos. Por el
contrario, cae en el relato simple de hechos, sin generar mayor emoción o algún
tipo de empatía con los personajes.
Esta película
pudo haber sido fácilmente una novela televisiva o una miniserie dado que
carece de los recursos que el cine ofrece para poder construir un relato atractivo.
A pesar que el trabajo de la dirección de arte y el maquillaje son impecables,
el resultado final es un film mediocre que no termina de dibujar los elementos
de la trama. Es decir, se presentan situaciones que no llegan a unirse y
terminan siendo pedazos al aire que hacen que el espectador pierda interés.
Lo más
rescatable de la cinta es el trabajo actoral de Glenn Close en el papel principal,
pero sobretodo el de Janet MacTeer como Hubert Page. La veterana Close hace el
esfuerzo de convertirse en un hombre, como si fuera la misma mujer que trata de
ser el mayordomo que vemos. Como siempre, su actuación es disciplinada y
reafirma su calidad de actriz. Pero el protagonismo de Close se pierde cada vez
que vemos a MacTeer en pantalla, su presencia imponente, su uso de gestos y
hasta la manera de hablar hacen que no veamos a una mujer jugando roles sino a
una persona que ha creado una identidad propia. Ambas estuvieron nominadas al
Oscar, pero creo que MacTeer es la única que realmente se lo merecía.
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