Batman – El Caballero de la Noche Asciende es la última entrega de la trilogía que
Christopher Nolan le ha dedicado al comic creado por Bob Kane hace más de 50
años. El éxito logrado con Batman Begins
(2005) y Batman – The Dark Night
(2008), hicieron que la expectativa puesta sobre esta nueva cinta sea
bastante alta.
Como
ocurre con los grandes directores, Nolan ha sabido darle un estilo particular y
propio a la historia del millonario Bruce Wayne. Y así como Tim Burton convirtió
a la historia de Batman, en un mundo lleno de figuras caricaturescas y con una
fuerte influencia surrealista; Nolan ha creado más bien mundos bastante reales,
con dramas cargados de un trasfondo filosófico y que juegan con crisis de
identidad y problemas mentales notorios.
Para
Nolan, Batman no es un superhéroe y mucho menos es un superhombre, por el
contrario se trata de una persona que lucha con la delincuencia para poder
luchar contra sus propios demonios. Es además un individuo que busca exponer su
cuerpo a los mismos traumas a los que está expuesto su espíritu. A diferencia
de las dos primeras cintas de la trilogía, en The Dark Night Rises, Nolan se concentra en la figura de Bruce
Wayne. La primera vez que lo vemos en pantalla, simplemente vemos una sombra
desfigurada que observa un banquete en su mansión. Es un hombre sin rostro, que
ha perdido su identidad y que ha decidido aislarse del mundo.
A partir
de ese momento, la película relata el ascenso del deprimido y abandonado Wayne
para convertirse de nuevo en Batman, el Caballero de la Noche. Pero su ascenso
no se puede dar en la ciudad Gótica del momento, una ciudad que vive en una fantasía
pacifista y donde la delincuencia ha sido vencida por la opulencia de los
poderosos y donde la tranquilidad vive casada con la aparente estabilidad
económica y social. En esa burbuja de ilusiones, Batman no puede existir; por
lo que es necesario crearle un némesis lo suficientemente amenazador en el cual
Wayne pueda ver sustentado su apetito por justicia.
En la
primera cinta de la trilogía ese papel lo tenía el Ra’s al Ghul de Liam Neeson,
el líder de la Liga de las Sombras que cree en un orden establecido basado en
la justicia más primitiva. Es un mercenario que cree en la violencia como medio
para derrotar el status quo. Mientras que en la segunda cinta, el enemigo
principal de Batman, es el Joker de Heath Ledger. En este caso, vemos un
monstruo demente que no cree en absolutamente nada más que en el caos mismo. El
Joker es una figura perturbadora, llena de un carisma repulsivo que lo hace
atractivo y que rompe con la rigidez de Batman. Este último elemento es el que
justamente creo que es la gran ausencia que tiene El Caballero de la Noche Asciende, una figura que pueda romper con
el mito generado alrededor del hombre murciélago.
El Joker
de Ledger fue tan impresionante que no solo le valió el Oscar póstumo al actor
australiano pero que incluso le robó el protagonismo al mismo Batman en su
película. En esta última entrega no existe un personaje que le dé la contraparte
al notable Batman de Christian Bale. Ese es un error que aleja a este capítulo
final de la excelencia que logró Nolan con su antecesora. Quizás se debió
explotar más la figura de la Gatúbela que interpreta Anne Hathaway, que
contiene varios elementos que la convierten en una figura que despierta
emociones encontradas. Hay que resaltar que Tim Burton hizo de Michelle
Pfeiffer una Gatúbela espectacular en la cinta de 1992 y que quizás Nolan debió
emular en esta oportunidad.
Por lo
demás, estamos ante una cinta de grandes dimensiones, con una narración
ambiciosa que busca engranar grandes escenas de acción con pequeños dramas que
generan un final desconcertante. En esos momentos, Nolan demuestra su manejo de
la imagen, sin caer en un espectáculo demasiado fantasioso sino sustentando la
emoción en escenas que demuestran realidad y que tienen un ritmo pausado.
El Caballero de la Noche Asciende no es una película de acción común y
corriente, y no busca serlo. Es más bien un drama que usa los recursos de la
violencia para presentar un conflicto de personalidades y una serie de luchas
personales.
Lógicamente,
también está presente el comentario social. Es innegable que Nolan busca
presentar una crítica a la exagerada inversión armamentista que tienen los
países desarrollados, además que el desprecio a una sociedad que vive una
ilusión de bienestar es una clara referencia a la ilusión económica que vivían
las grandes sociedades y que se ha ido derrumbando de manera estrepitosa.
Las
escenas en las que reina la anarquía impuesta por Bane, son similares a las
escenas que mostraban la revolución rusa en Doctor Zhivago (1965); es decir el despojamiento de los bienes de
los ricos y el empoderamiento de los parias de la sociedad. Muchos comentarios en
Estados Unidos han querido establecer un puente entre la película y la actual
coyuntura electoral que vive ese país, pero creo que más allá de ser una
historia que reivindique ideales de derecha o de izquierda, es un film que
presenta una evidente lucha ideológica entre dos nociones distintas que existen
sobre el orden en las sociedades.
Es
cierto que algunos diálogos de la cinta pueden parecer muy “relevantes” o
“históricos”, pero creo que son necesarios en tanto se busca presentar un final
épico para una historia que bordea con la mitología moderna. Los superhéroes de
los últimos años son justamente eso, mitos de las nuevas generaciones.
Hay que
resaltar de igual modo, la capacidad que tiene Christopher Nolan para dirigir
un elenco de grandes actores. Ninguna actuación se queda atrás, el director le
otorga a los principales y a los secundarios una importancia que hace que todos
sean cómplices de esta leyenda mitológica. Nolan ya había demostrado mucha
destreza con un gran reparto en Inception
(2009), en la saga de Batman se supera a sí mismo en la dirección actoral.
La mejor actuación de esta última entrega la tiene Gary Oldman como el
Comisionado Gordon, una figura que al igual que Batman debe luchar consigo
mismo y con su pasado, pero que a diferencia del ermitaño Wayne cree en la
posibilidad de un liderazgo dentro de la sociedad.
El Caballero de la Noche Asciende es una muy buena película, que no llega a
superar a la segunda de esta saga de Batman, pero que de igual modo funciona
muy bien. Es entretenida, emocionante y vale la pena ser vista y analizada más
de una vez.
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