Sigo Siendo (2013) es el documental dirigido por Javier Corcuera que
busca mostrar el amplio bagaje musical peruano. Después de una fuerte campaña
publicitaria, esta cinta ha logrado lo que ningún otro documental nacional ha
podido, ser presentado en varias salas de cine a nivel nacional.
No hay duda que
el cine peruano está pasando por una época de mayor producción, lo cual no significa
que esté pasando por un tiempo de gloria como algunos entusiastas quieren
decir. Una “era dorada” del cine peruano no solo debería venir marcada por
buenos resultados en la taquilla, los cuales muchas veces responden a la fuerte
publicidad, sino también por trabajos de calidad que sean en forma y en fondo
interesantes en un nivel cinematográfico.
Es por eso, que
en este blog no compartimos esa emoción chauvinista de muchos que creen que se
debe apoyar al cine nacional solo por esta razón. Sigo Siendo es un film ambicioso, no solo porque la riqueza musical
peruana es tan grande que sería imposible plasmarla en un largometraje, pero también
porque parte de la premisa del tributo a lo nuestro.
En Sigo Siendo, vemos distintas historias,
de distintas personas que han dedicado su vida a hacer música. Tenemos una selvática
que entiende el canto como una respuesta a la naturaleza, los músicos serranos
que encuentran en sus violines y arpas la manera de expresar su melancolía y
gente de la costa que busca manifestar su propia identidad en el zapateo y en
los cajones.
Pero las
personas que vemos en Sigo Siendo no
son personas que hayan triunfado en la vida, en el modo capitalista del término,
sino más bien gente común y corriente que dentro de la selva que es Lima y lo
congestionado de la modernidad, buscan que su voz se siga escuchando.
Sin embargo, Sigo Siendo tiene varios errores. El
primero es ciertamente su duración, que a pesar de tratarse de un documental es
innecesariamente prolongada. Los tiempos con los que se manejan las historias, sobre
todo aquellas de la sierra, son muy largos y consiguen que se pierda el interés
en el relato.
Otro gran
desacierto es la concentración que hay sobre solo un tipo de música andina, el
film solo muestra historias de gente del centro del Perú, dejando de lado la
riqueza y la alegría de la música de la sierra sur o de la sierra norte. Me
parece que el director trata de introducir un elemento de crítica social
dirigido hacia las heridas del terrorismo que
no es necesario. No hay duda que Sigo
Siendo es un trabajo que funciona como atracción de museo para quienes
viven en la gran ciudad, pero para aquellos que hemos podido vivir en algún
pueblo serrano, la sensación final es que se busca asociar la identidad andina
con una tristeza extrema. No cabe duda que la nostalgia es parte fundamental de
la cosmovisión serrana pero no en la dimensión que busca mostrarlo Corcuera.
Y es que, el
gran desacierto de Sigo Siendo es
justamente esa mirada que el director le da a las historias que relata. Es de
un respeto casi indiferente, no existe una aproximación comprensiva o
enternecedora sino más bien académica, la cámara no se hace protagonista sino
solo espectadora. La película solo relata cuentos pero al final los protagonistas
siguen siendo personas ajenas, parias de la sociedad, a los cuales recurrimos únicamente
para el deleite musical momentáneo pero que no hacemos parte de la realidad.
Los mejores
momentos del documental son aquellos cuando la espontaneidad de la música se
apodera de quienes la hacen y la bailan. Por segundos, la cámara sí se hace cómplice
y podemos ver gestos improvisados, risas naturales, el verdadero sentido de la música
se hace evidente aunque sea por instantes. Desgraciadamente, esos momentos en Sigo Siendo son la excepción y son
presentados con un orden rígido y poco fresco.
El director
busca asociar nuestra identidad musical con la historia como sociedad, para eso
recurre a entrevistas a gente que vivió en la época dorada del criollismo o a
los amigos de Arguedas. Pero ese eslabón con el pasado nunca se llega a
concretar, por el contrario queda abierto y pareciera que la música popular
actual es huérfana. Probablemente, la única historia que logra este cometido es
la de los hermanos Balumbrosio, porque vemos un baile original del patriarca de
la familia. Pero en los demás casos, no existe esta profundidad al origen del
aprendizaje musical.
No hay duda que Sigo Siendo es un esfuerzo que hay que
saludar, pero que aún se encuentra alejado de ser un documental de calidad o en
todo caso un trabajo que realmente logre combinar el lenguaje del cine con la
realidad peruana. Ese tufillo de limeño snob y aburguesado se puede sentir a lo largo de Sigo Siendo, a pesar del
uso en gran parte de la cinta del quechua, lo cual probablemente sea lo mejor
que tiene el film y que debe ser aplaudido.
Es cierto que Sigo Siendo resulta emocionante por
instantes, pero no por sus imágenes sino porque la melodía que escuchamos ya es
parte de nuestros sentimientos e historia. Desgraciadamente, esa emoción nunca
se llega a ver plasmada en la pantalla grande.
Interesante Benjamin .. definitivamente muchas veces el cine como todas las expresiones artisticas, responden a un caracter de clase , por eso vemos en las salas de cine que usualmente pertenecen a alguna transnacional, un filtro que permita al resptable público solo divertimento y nada que lo deje pensando,cuestionando y en el mejor de los casos denunciando verdades para "despertar", por otro lado como pais somos geograficamente tan grandes y culturalmente tan diversos , que el elemento de nacion unida , todavia es dificil de integrar...a pesar de todo y esperando que ser "peruano" no sea una moda sino una tendencia, enrraizada en valores culturales comunes alrededor del Perú,y se formule la diversidad dentro de la unidad como nación, esta propuesta de documental, arroja esa posibilidad y hay que rescatar ese esfuerzo, creo que el nombre Sigo Siendo, es una respuesta a esa cultura "Juliaca" esa cultura de la imitación, que se sucede en nuestros medios masivos como el programa "Yo Soy", donde se releva el parecido subjetivo, mas no la autenticidad de alguien como artista ya que el arte es creación orginal , el programa corrompe ese riesgo mágico de ser uno mismo a traves de su arte, de su busqueda.
ResponderEliminarFinalmente creo que Javier Corcuera en este intento, habla del Perú desde su coyuntura capitalina y como director de su obra me parece válido, entendiendo que no existe un premio DICINE y que probablemente el gobierno vea en las expresiones artisticas como propuestas subversivos y no da fondos ni espacios para desarrollar audiovisuales asi que una obra de este tipo, se nota que es un gran esfuerzo y que acomoda el discurso a veces al son del apoyo.
Te felicito por el blog, un gran abrazo