White House Down
Al cine
de Hollywood le encanta poner en aprietos a la clase política de su país, así
sea parte de la trama de una película. Son varias las cintas que han puesto al Presidente
de la República en una actitud de emergencia frente a un ataque terrorista o
extraterrestre. Ya sea en la súper taquillera Independence Day (1996) donde Bill Pullman interpretaba a un
heroico Presidente, hasta la delirante Mars
Attacks! (1997) donde Jack Nicholson era un demagogo cobarde.
En White House Down (2013), Jamie Foxx es
el inquilino de la Casa Blanca, un Presidente con modales de rapero que viene
promoviendo una propuesta para el desarme mundial. Es decir, una fantasía
absoluta para la política gringa. Channing Tatum es el agente de seguridad que
aspira ser parte de la escolta presidencial, pero cuyo pasado desordenado lo
condena. El personaje de Tatum y su hija pequeña se encuentran de tour en la Casa
Blanca el día que un grupo de mercenarios decide secuestrarla. Persona correcta
en el momento incorrecto. Es la oportunidad para que Tatum muestre que es el más
llamado para defender al líder del mundo libre.
La trama
es previsible, cargada con momentos de emoción que cumplen con generar tensión
en la audiencia. Vemos en la pantalla grande como el emblemático edificio es
destrozado por bombas y misiles. La narración busca agregar un elemento de
complot político a la historia, el cual es también bastante imaginable.
White House Down cumple con ser una cinta de acción, pero no rompe
ningún molde. No tiene nada destacable en su realización, incluso las
actuaciones son mediocres, sobre todo la de Jamie Foxx. Terminada la película
nos quedamos con la sensación que hemos visto Air Force One (1997) pero sin Harrison Ford y sin avión
presidencial, por lo demás son casi la misma cinta.
We’re the Millers
Es
evidente que la industria del cine en Hollywood se está quedando sin ideas, el
resultado es películas que buscan repetir éxitos pasados con algún cambio menor.
Así como al cine comercial le gusta poner en aprietos al Presidente de Estados
Unidos, también le gusta maltratar a la típica familia norteamericana. Son
varias las películas que han mostrado la aventura de familias en algún tipo de
viaje.
National Lampoon’s Vacation (1983) es quizás la pionera de estas cintas, en
ella Chevy Chase interpreta al padre optimista de una familia donde todos son
diferentes. Una esposa atractiva que se siente incomprendida, un hijo idiota y
una hija que quiere salir del cascaron, se convirtieron en moldes que muchos
otros films han repetido.
Este año
We’re the Millers (2013) hace
justamente eso, repite la premisa básica de National Lampoon’s Vacation, agregando elementos propios. En primer
lugar nuestros cuatro personajes no son familia sino que se unen por intereses
propios y el viaje no es un tour por su país sino una misión ilegal que busca
cruzar la frontera con marihuana.
Por lo
demás, la narración de We’re the Millers
repite muchas secuencias de sus predecesoras. El acierto de esta película
es que el ritmo de la historia es ligero. Algunas bromas son arriesgadas y logran
sorprender al espectador. El guion no tiene miedo de contar situaciones adultas
que resultan atractivas. Se puede decir que a pesar de seguir una formula, We’re the Millers se destaca del resto
de cintas familiares de paseo.
Mucho
del éxito se consigue por el trabajo actoral, el cual está muy bien enmarcado
dentro del trabajo comediante de este tipo de películas. No hay
sobreactuaciones, no existe manipulación de la trama, no hay una apuesta
ambiciosa, sino una película que transcurre sin mayor sobresalto pero que llega
con éxito hacia su cometido. Hay que verla para reírse un momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario