Parece que el 2013 ha sido el año de
las franquicias en el cine. La gran mayoría de blockbusters han sido segundas o
terceras entregas de sagas basadas en algún súper héroe o en alguna película
previa. Hace unos días, cuando se anunciaron los nominados a la película
favorita de los People’s Choice en Estados Unidos, ocurrió un hecho inédito,
por primera vez las cinco finalistas eran películas pertenecientes a alguna trilogía
o saga.
Uno de los héroes más esperados este
año era Thor, que después de una interesante primera película hace un par de
años, despertaba el interés de sus seguidores y cinéfilos en el mundo. Thor (2011) era una película que
destacaba dentro del grupo de películas de la Marvel. Su director, el también
actor Kenneth Brannagh, le había sabido aportar ese aire shakesperiano a la
historia de la figura de acción.
Thor: The Dark World (2013) es una película
que se aleja del estilo de su predecesora, su director ya no es Brannagh y el
resultado es poco alentador. En esta segunda parte, el ritmo narrativo del film
trata de volver a su raíz del comic pero además a los estereotipos repetitivos
de las cintas de acción de Hollywood.
En Thor, los personajes de la historieta eran presentados de un modo
casi novelesco, otorgándole más peso a la historia misma que a los efectos que
la sostenían. Esos retratos se pierden en Thor:
The Dark World, donde los actores se ven poco menos que entusiastas en sus
respectivos personajes.
Los pocos momentos buenos son
justamente aquellos donde la acción se concentra en las personalidades de las
actuaciones, los cuales son escasos. Por lo demás, Thor: The Dark World tiene la dosis suficiente de escenas de acción
con grandes efectos especiales, unas cuantas escenas de luchas entre héroes y
villanos y uno que otro momento que pudieron ser eliminados en la sala de edición.
La trama de Thor: The Dark World es por momentos atractiva y logra sorprender
con un par de giros inesperados, pero también hay ciertos elementos cuya fantasía
bordea con el ridículo. En esta oportunidad, se trata de introducir nuevos personajes
a la historia pero ninguno adquiere relevancia dentro de la narración.
Thor: The Dark World es una de esas películas que
uno ve una vez para no perderse uno de los capítulos de la saga, pero que no
vuelve a ver de nuevo por interés propio. Le sigue los pasos a Iron Man 3 (2013), en términos arruinar
la calidad de sus predecesoras. Una decepción.
2 de 5
Parece que en Hollywood se han quedado con tan pocas
ideas que hasta los posters de sus héroes siguen el mismo estilo.
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